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AMPLIARPueblo originarios de la Amazonia ecuatoriana

Bienal de Cine Indígena en San Pablo

El videoclip de un grupo de rap guaraní y el documental sobre una mujer amazónica cultivando la tierra como lo hacían sus ancestros, son dos de las producciones presentadas en la Bienal de Cine Indígena de San Pablo.

Detalles.

La idea es mostrar el cine realizado por los descendientes de los pueblos originarios, con el lenguaje y el ritmo "identitarios" y "sin pasteurización", plantea Ailton Krenak, de la etnia Krenak.

Mentor de la Bienal de San Pablo, también llamada Aldea San Pablo, Krenak habla de las 53 producciones que se exhiben hasta el próximo miércoles.

"Nosotros no somos Hollywood, que Hollywood haga el cine con su estilo propio, nosotros tenemos el nuestro", prosigue Ailton Krenak.

"Vamos todos nosotros, los indios, a festejar, vamos a demostrar que no somos diferentes a los blancos", cantan en guaraní los integrantes del grupo de rap Bro Mc's en el videoclip del tema Eju Orendive ("Venga con nosotros"). Amazonia Real es una agencia de noticias en la que se tratan los temas de una región de cerca de siete millones de kilómetros cuadrados que incluyen a Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Los responsables de la agencia explican que las comunidades originarias viven en su propia geografía, sin tomar en cuenta las fronteras establecidas por los "recientes" estados nacionales surgidos en el siglo XIX.

Desde hace semanas esa agencia ha realizado una cobertura de este encuentro cinematográfico como parte del universo "silencioso" y "silenciado" de los pueblos originarios. La joven Aliciane, de 27 años y miembro de la colectividad Tukana, contó en entrevista con Amazonia Real, cómo filmó con su cámara personal y pocos recursos, la historia de doña Irene, una campesina de 58 años, que trabaja la tierra como lo hacían sus ancestros en la Aldea Santo Antonio, a 500 kilómetros de Manaus, en el estado brasileño de Amazonas.

La película de Aliciane cuenta las discusiones entre doña Irene, que solo habla lengua Neengatu, también conocida en el sur colombiano, y su nieta, que le propone "modernizarse" y hablar en portugués.

La bienal de San Pablo incluye producciones brasileñas y de otros países amazónicos como Colombia, que comparte una frontera de más de 1,6 mil kilómetros con Brasil.

Hay mediometrajes y documentales hablados en Kaioua o ianomani con subtítulos en portugués.

Cuando se habla del mundo indígena hay que considerar la "gran diversidad que encontramos dentro de éste" ya que sólo en Brasil existen 305 etnias, explica Pedro Portella, uno de los productores de la muestra.

Las realizaciones son, en general, de muy bajo costo, con equipamientos no profesionales y hasta con celulares. Pero lo que importa es que "son películas que podrán ser vistas dentro de 500 años porque hablan del saqueo ocurrido hace 500 años", dice Portella.

"Son películas que nos hablan de cosas profundas, son intensas, acá no hay colores pastel", agrega Krenak. En los años 90 la temática indígena comenzó a ganar fuerza con grandes producciones como "Jugando en los Campos del Señor" del director argentino radicado en Brasil Héctor Babenco.

Los realizadores de la muestra Aldea San Pablo valoran la cinematografía de calidad sobre temas indígenas pero consideran que es el momento de que ellos sean los autores de sus propios relatos.

Uno de los objetivos de esta bienal es que se conozca a los realizadores indígenas, en su mayoría jóvenes de menos de 40 años.

"Cuando los indígenas dejan de ser objetos de la películas y se convierten en sujetos" surge una narrativa singular, sostienen Portella y Krenak. Casualmente, o no, la muestra finaliza el 12 de octubre, día que recuerda el desembarque de Cristóbal Colón en las Antillas, seis años antes de que Pedro Alvares Cabral haga lo propio en Brasil.