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Isla de Pascua - El ahu de Akivi
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24/05/2016 - Gigantes

Isla de Pascua: Hace 60 años se reponía de pie primer moai

Sesenta años después de la expedición del arqueólogo noruego Thor Heyerdahl, el misterio sobre los gigantescos moais de la Isla de Pascua sigue tan firme como las figuras de piedra que se levantan junto a las costas del territorio más remoto del mundo.

Detalles.

Heyerdahl fue el primero en poner un moai de pie, el que se encuentra sobre el ahu (altar) Ature Huke, sobre la espléndida playa tropical de Anakena. Fue hace exactamente seis décadas, antes de que Rapa Nui -el otro nombre del territorio- se convirtiera en un destino turístico exótico para viajeros en busca de respuestas ancestrales.

Cuando Heyerdahl llegó a la isla, lo mismo que otros arqueólogos que lo precedieron, los grandes cuerpos de piedra ya estaban todos misteriosamente tumbados.

Entre 1914 y 1915 la Isla de Pascua ya había atraído la atención de la arqueóloga y antropóloga inglesa Katherine Routledge, quien realizó las primeras excavaciones tendientes a desentrañar quiénes, cómo y por qué surgieron los colosos de roca en esa tierra puesta bajo soberanía chilena desde fines del siglo XIX.

Pero los libros de Heyerdahl posteriores a sus expediciones a isla de 1955-1956, acompañados de la fama mundial que le había dado el viaje en la Kon-Tiki en 1947, difundieron en todo el mundo los interrogantes sobre los moais y sus teorías sobre el poblamiento de Rapa Nui.

En aquel primer viaje iba con él William Mulloy, el gran investigador de la Isla de Pascua, uno de los primeros en comprender su potencial como una suerte de gran museo al aire libre de la cultura polinesia.

Basándose en restos arqueológicos y en testimonios de la población nativa, Heyerdahl postuló la teoría según la cual la isla fue colonizada primero por el pueblo "de las orejas largas", procedentes de Sudamérica, en tanto el pueblo "de orejas cortas" habría llegado de Polinesia mucho más tarde. Con el tiempo, estudios de ADN sobre los habitantes de la isla revelarían efectivamente una conexión con Sudamérica: pero no alcanzó para explicar con certeza el origen de este pueblo, que sigue siendo discutido por los investigadores.

Lo cierto es que hoy la Isla de Pascua, cuyos pobladores creían vivir en el "ombligo del mundo", sigue siendo el territorio más aislado del globo -a 2.000 kilómetros de las británicas Islas Pitcairn, en medio del Pacífico- sólo conectado con el resto del mundo por la aerolínea de bandera chilena.

Y allí sigue en pie el misterio de los moai. Como el que Heyerdahl hizo reponer en pie, y los que luego se erigieron de nuevo en los que se cree fueron sus sitios originales, ya que una enigmática guerra de clanes -al parecer provocada por la escasez de recursos en la isla- había provocado su derribamiento.

También por eso, levantar o no los moais es objeto de discusión entre los pobladores nativos: para muchos de ellos, sus ancestros decidieron tumbarlos y nadie debería cambiar esa decisión.

Pero la belleza de los sitios arqueológicos, desde Anakena -donde se dice desembarcaron los míticos reyes de Rapa Nui- hasta Tahai y Tongariki, parece desmentirlos.

Al amanecer y al atardecer, todo un rito entre los visitantes que llegan hasta la Isla de Pascua, la silueta de los gigantes se recorta contra el horizonte y parece hablar a los recién llegados de un pasado lejano. También Orongo, donde se realizaba el ritual del "hombre pájaro" que caracterizó a la civilización de la isla, ofrece en su centro de interpretación una sugestiva imagen de ese pueblo casi desconocido. Más impresionante aún es el sitio de Rano Raraku, un cráter volcánico de la costa sur donde se encontró la "cantera" de los moais: las estatuas allí se pueden ver aún rodeadas de la materia prima de donde nacieron.

Por alguna razón desconocida, como una Pompeya del Pacífico súbitamente sorprendida por una catástrofe desconocida, los moais fueron abandonados de modo imprevisto y hoy parecen una instantánea de una sociedad desaparecida que sólo perdura en sus cabezas de roca y en la tradición oral de sus descendientes. 


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