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AMPLIAREl paradisíaco y desértico norte chileno

Operación flamencos, al cuidado de las zancudas chilenas

Silenciosamente y con cuidados extremos finalizó el anillado de flamencos andinos en el Salar de Atacama, en el extremo norte chileno, a 2.305 metros de altura sobre el nivel del mar.

Detalles.

En ese sitio paradisíaco y desolado se ubica el mayor sitio de nidos y nacimientos del bello pájaro rosado.

En 1985, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) inició un plan de conservación que ha servido para conocer los modos de vida y hábitat de esta ave migratoria que suele regresar a las lagunas del desierto de Atacama, el más seco del mundo. Gracias al sistema de anillado se pudo identificar en 2015 al flamenco andino más longevo: el ejemplar tenía 24 años de edad.

El anillado se realiza cuando las crías aún no pueden volar y para ello se requiere que biólogos y guarda-parques actúen de la forma más silenciosa y discreta posible porque los flamencos se estresan muy fácilmente ante ruidos, movimientos bruscos o colores muy fuertes. De no seguir las instrucciones, se puede provocar la muerte de alguno de los 800 ejemplares que descansan en la laguna Puilar (a 62 kilómetros de la turística localidad de San Pedro de Atacama), a 1.500 kilómetros al norte de Santiago.

Los profesionales rodean a la bandada pero ante el menor movimiento, los flamencos adultos abren sus inmensas alas rosadas y negras y emprenden vuelo dejando atrás a sus crías, que con sus tres meses intentan en vano volar también.

Los pollos nacidos en enero, con sus plumas aún grisáceas, quedarán en tierra junto a una "nodriza", un flamenco adulto encargado de cuidar a los pequeños y que no los abandonará en ningún momento. También les enseñará a comer, porque los padres solo se hacen cargo de sus hijos durante las primeras semanas de vida.

A un corral especialmente construido se arrearán las crías para el anillamiento. “Con cuidado se elige a las crías más grandes, y con guantes y mascarillas -para evitar contagiarles algún virus- les ponen un anillo de plástico en la pata derecha.

En él están escritas cuatro letras que permitirán identificarlos durante toda su vida”, consigna el diario El Mercurio. El flamenco andino vive en la puna, entre Chile, Perú, Bolivia y Argentina, y a diferencia del chileno o del de James, su población es escasa. "El chileno y el de James sobrepasan los 200 mil ejemplares a nivel sudamericano, en cambio el andino no sobrepasa los 50 mil", cuenta Marcos Cortés, guarda-parques de la Reserva Nacional Los Flamencos, donde se ubica la laguna Puilar.

En total fueron 444 aves anilladas la semana pasada. Algunas también fueron pesadas y a otras, investigadores de las universidades Católica y de Chile, les sacaron muestras de sangre para análisis posteriores.

Nelson Amado, encargado regional de biodiversidad de la Conaf de Antofagasta, explicó que los flamencos "se ha visto que hacen viajes diarios a otras lagunas y después vuelven". "Bolivia está a la vuelta de la esquina, atrás del (volcán) Licancabur.

Gracias a los anillos y a los arneses satelitales (otra forma de monitorearlos) implementados en el Salar de Atacama hemos pesquisado ejemplares en Paracas (Perú), a mil kilómetros al noreste, o en Mar Chiquita (Argentina), a mil kilómetros al este. El salar se destaca por ser el punto medio entre esos dos extremos", indicó el experto. Estos datos también les han permitido saber que el mayor sitio de nidos de esta especie es el Salar de Atacama, y que en libertad estas aves, consideradas vulnerables, pueden vivir hasta los 25 años, la mitad que en cautiverio.