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AMPLIARLa protesta armada pidiendo juicio político

Grupo armado resiste en un campamento frente al Congreso de Brasil

Un grupo de activistas pro "impeachment" de la presidenta Dilma Rousseff continuaba ayer acampado frente al Congreso y prometió resistir con las armas el desalojo ordenado por las autoridades, mientras la oposición reconoció dificultades para llevar adelante el enjuiciamiento político.

Luego de saber que la policía los desalojaría en cualquier momento el jefe de uno de los grupos, Felipe Porto, quién se presentó como periodista, declaró: "¿Ustedes creen que alguien de los que está aquí tiene miedo?". "Aquí hay patriotas con sangre verdeamarilla (colores de la bandera de Brasil) que están dispuestos a morir por Brasil", agregó.

Un campamento con decenas de carpas, un estrado improvisado, banderas, y adhesivos contra el gobierno continuaba establecido frente al Palacio del Congreso, y a unos 500 metros de la Presidencia, en el centro de Brasilia, citó la agencia Ansa.

Porto, que suele vestir camisetas con los colores de la bandera, prometió resistir con las armas luego de que el miércoles uno de sus correligionarios disparó al aire con un arma de fuego y fue detenido.
También esta semana militantes de agrupaciones que exigen la renuncia de Rousseff dispararon contra la Marcha de las Mujeres negras, tras lo cual hubo detenidos. Fue el segundo ataque con armas de fuego en menos de diez días por parte de las agrupaciones que demandan un gobierno de las Fuerzas Armadas.

"El escenario de guerra está armado; acá puede ocurrir una carnicería si la policía intenta retirar las tiendas", alertó Porto, coordinador del Movimiento Patriota.

En clima de relativa tensión la Gobernación del Distrito Federal de Brasilia anunció que retirará en las próximas 48 horas, plazo que vence el domingo a la noche, a los activistas que exigen la renuncia de Rousseff y el retorno de un gobierno militar.

"Esperamos que ellos no presenten resistencia y acepten dejar el área porque ya no tienen derecho a seguir ocupándola", declaró el gobernador de Brasilia, Rodrigo Rollemberg, del Partido Socialista Brasileño (PSB).

Desde hace más de cinco meses se estableció uno de los primeros grupos en cuyo campamento hay banderas de Brasil y una camioneta con consignas por un "levantamiento". Habitualmente se canta el Himno al

Ejército y el dedicado a los expedicionarios que participaron en Italia junto a los aliados en la II Guerra Mundial. Sus miembros respaldan abiertamente un gobierno de facto y niegan que haya sido una dictadura el régimen militar instaurado en 1964, cuando fue derrocado el presidente electo Joao Goulart.

Luego de este primer acampe, ubicado a unos 300 metros del Congreso y frente a la Cancillería, fue creado otro, integrado por miembros del Movimiento Brasil Libre, surgido en las marchas opositoras contra Rousseff.

Este segundo grupo llegó a Brasilia en septiembre luego de realizar una marcha a pie desde San Pablo.
Finalmente, en octubre más agrupaciones pro impeachment se establecieron frente al Congreso, a unos 50 metros del ingreso principal.

Sus representantes estuvieron junto al Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) el mes pasado cuando se presentó un pedido de impeachment contra Rousseff.

También en octubre miembros del Movimiento Brasil Libres se encadenaron en columnas internas del Congreso exigiendo que el impeachment sea tramitado sin dilaciones. Incluso, el presidente del PSDB, Aécio Neves, conversó con los activistas, en su mayoría jóvenes, de las agrupaciones pro juicio político.

Sin embargo, con el transcurrir de las semanas Neves, ex candidato presidencial en 2014, tomó distancia de estas agrupaciones, que no ocultaron su disgusto por esa decisión. Además de recibir el aval de Neves los inconformes contaron con el apoyo de otro dirigente opositor, el titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha.

Fue Cunha quien autorizó a los activistas que instalen sus pertrechos prácticamente a las puertas del Congreso, aunque el diario O Globo hoy asegura que fue el propio jefe de Diputados quien, junto con su colega en el Senado, Renan Calheiros, y el gobernador Rollemberg, les dio 48 horas para que desalojaran el predio.

En efecto, fue Cunha el que asumió la ruptura con los indignados al ordenar que la policía parlamentaria y la militarizada de Brasilia los quite del lugar que ocupan.

Cunha, quien tiene la potestad de dar lugar o no a los pedidos de impeachment, reconoció días atrás que los pedidos perdieron fuerza y Neves reconoció ayer que su partido, el PSDB, no cuenta con el peso suficiente para lograr el voto mayoritario a favor de ese proceso en el Congreso.