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Cocina comunitaria
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03/04/2015 - Sociedad

Las cocinas comunitarias, experiencias de vida, trabajo y esperanza

Alderetes y Los Ralos cuentan con dos instituciones que alimentan a diario a varias familias, a las que les dan la posibilidad de llevar a diario la comida a sus casas. Cada una de ellas tiene sus particularidades y su historia. Vale la pena conocerlas.

 Las cocinas comunitarias tienen objeto de fortalecer el vínculo familiar, al proporcionar el alimento diario a familias a fin de que sus integrantes puedan comer en sus casas sin  sufrir la disgregación que implica almorzar fuera del hogar. 

Muchos comedores se transformaron en cocinas merced al proceso de conversión iniciado tiempo atrás por la Dirección de Políticas Alimentarias de la Secretaría de Articulación Territorial y Desarrollo Local. Otras instituciones comenzaron a funcionar bajo esta figura que permite comer a todos en familia y en su casa, puesto que los beneficiarios retiran los platos de las cocinas.
 
Son muchas las experiencias de cocinas comunitarias que se desarrollan en nuestra provincia debido a las acciones del Ministerio de Desarrollo Social. Entre ellas, la Cocina Comunitaria Guadalupe, en el Barrio Maravilla, de Alderetes y la Cocina Comunitaria Guardería de Los Ralos.

De la escuela a la mesa

José Herrera es el director de la  Escuela Misión Fonotécnica Nº72 de Alderetes. Contó que las madres de los alumnos de la Escuela Almafuerte  impulsaron la iniciativa de erigir la cocina comunitaria.
 
¿Cómo y cuando surgió la idea de la Cocina?
 
La iniciativa la tuvieron las madres de los alumnos de la Escuela Almafuerte (Alderetes), para brindar soluciones inmediatas a las necesidades alimenticias de sus hijos. La primera cocina de la zona, comenzó a funcionar hace aproximadamente tres años en esa escuela. Allí además, se dictaban talleres de albañilería y electricidad para los jóvenes.

¿Dónde funciona actualmente la cocina?

La cocina funciona hace ya un tiempo en un pequeño espacio lindante a la casa de una de las madres, a la orilla de un canal. Es pequeña y está construida con adobe. Actualmente, con la ayuda de los ladrilleros de la zona, estamos levantando la cocina con paredes de ladrillo y cemento. Contará con un depósito (con freezer y heladera) y un lugar cómodo donde las madres tendrán una cocina instalada, ya que muchas veces cocinan con leña.

¿Quiénes colaboran en la cocina?

Además de las madres, que son la base de esta cocina, colabora gente de la comuna, de la Municipalidad y del área de Construcciones Escolares.
 
¿Cuál es la principal diferencia entre una cocina comunitaria y un comedor?
 
La diferencia fundamental está en que en un comedor la madre debe llevar a  su hijo hasta el establecimiento y a veces no consigue lugar en el mismo comedor para todos sus hijos y debe distribuirlos. En cambio, en la cocina comunitaria, se le da la vianda para que los niños coman en familia en su casa. Además, aquí las madres son las que cocinan, se distribuyen el trabajo por turnos y le dan a la comida un toque casero.
 
¿A cuántas familias da de comer esta cocina?
 
La cocina actualmente atiende a 17 familias, alrededor de 87 personas.
 
¿Conoce el proyecto de un recetario que ayude a las madres a preparar las comidas? ¿Cuál es su opinión al respecto?
 
Lo conozco y sé que la iniciativa surgió de las mismas madres y ahora es un proyecto concreto del Ministerio de Desarrollo Social. Me parece una muy buena idea, ya que muchas veces las chicas conocen las cantidades para cocinar para pocas personas, pero no saben hacerlo para grandes grupos. Si en las recetas se especificaría las cantidades, esto sería de mucha ayuda para ellas. Además, podrían cocinar recetas propuestas por otras madres y esto brindaría más opciones. Por otro lado, a las chicas les encantaría que las mencionen en el recetario como autoras de sus recetas y serían felices de ayudar por este medio a otras madres. Sería también una buena forma de compartir experiencias entre ellas de diferentes cocinas comunitarias, distribuidas a lo largo y  a lo ancho de la provincia.
 
¿Quiénes más colaboran activamente con la cocina?
 
Además de la trabajadora social que viene periódicamente, recibimos también a psicólogos y nutricionistas que envía el Ministerio, ellos nos dan una mano en relación a las ideas que surgen y como ponerlas en marcha.
 
¿Qué le gustaría destacar?
 
Quisiera recalcar el duro trabajo de las madres, sin ellas todo esto no sería posible. Además, el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social en estos últimos años ha sido fundamental para el crecimiento de esta comunidad. Por último, recordar que además de acercarles un plato de comida a los chicos, se está trabajando para traerles talleres de verano, de recreación, capacitación en primera infancia y lactancia materna, en educación sexual. El objetivo es brindarles la posibilidad de conocer lo que pasa a su alrededor y capacitarse.
 
Contención y trabajo ante las dificultades en Los Ralos
 
No es sencillo llevar adelante las actividades diarias en la Cocina Comunitaria La Guardería de Los Ralos. Sin embargo, un grupo de madres hace posible que la institución funcione a pesar de las dificultades.
 
¿Qué es para ustedes una cocina comunitaria?
 
Además de ser el lugar donde cocinamos para nuestros hijos, es un espacio donde charlamos y nos descargamos de los problemas cotidianos que tenemos.
 
¿Cómo y cuándo surgió la idea de la Cocina?
 
Surgió hace cuatro años por la necesidad de darle de comer a nuestros hijos. En este espacio antes funcionaba una guardería infantil, que luego se adaptó para ser utilizada como cocina comunitaria.
 
¿Cuáles son las principales necesidades de esta cocina?
 
El problema que tenemos es que, como este es un lugar público, los chicos vienen por las noches y a veces hacen destrozos y ensucian todo. Nosotras somos las que tenemos que limpiarlo, mantenerlo y ponerlo en condiciones para poder cocinar. Además de tener que soportar los insultos constantes de estos chicos, sus padres también nos agreden diciendo que nosotras no somos las dueñas del lugar y que lo tenemos que compartir. También debemos llevarnos los utensilios de cocina, tablas, cubiertos y vajilla a nuestras casas, ya que nos han robado varias veces. De noche solo queda el anafe y la garrafa, que por suerte hasta ahora siguen aquí.
 
Por otro lado, los techos se llueven en casi todas partes y siempre que hay tormenta se inunda todo el lugar y es muy difícil sacar el agua y el barro que queda.
 
¿Quiénes integran la cocina?

 
Actualmente somos once madres que nos turnamos para cocinar. También recibimos periódicamente la visita de Mauro, en representación del Ministerio de Desarrollo Social, quien nos colabora y escucha nuestros pedidos.
 
¿Y a cuántas familias atiende esta cocina?
 
Diariamente, cocinamos para aproximadamente 55 chicos.
 
¿Creen que se podría mejorar las condiciones de esta cocina?
 
Si se podría, pero por los destrozos que hacen algunos chicos, no nos da muchas ganas de mejorar el espacio por miedo a que lo destruyan. Necesitamos muchas mejoras edilicias, para que la cocina comience a funcionar mejor y nos sintamos más cómodas.
 
¿Y por qué creen que los chicos van a hacer daño en la cocina?
 
Quizás porque piensan que el lugar está abandonado. Vienen a jugar a la pelota después de la escuela aquí afuera y luego se meten para pasar el rato y hacen maldades, de aburridos que están suponemos.
 
¿Y qué opinan de integrar a esos chicos?
 
Suena muy pesimista pero no creemos que eso sea posible, ya que como nos propuso Mauro, si pintamos las paredes, ponemos mesas con juegos didácticos, una librería y dejamos lindo el lugar, pensamos que estos chicos se dedicarían a destrozarlo en vez de aprovecharlo.
 
¿Entonces descreen que se pueda generar un espacio de integración para todos chicos de la comunidad?
 

Lo vemos muy difícil. Muchos son muy atrevidos y destrozones. Pero si Mauro cree que se puede, podríamos intentarlo. En una de esas podríamos hablar con sus padres para que lo entusiasmen a cuidar lo poco que tienen o quizás ellos se dan cuenta solos al ver que la cosa mejora.
 
Y no es que seamos mala onda, pero tenemos miedo por la experiencia que vivimos con esos chicos. Quizás podríamos probar con tratar de contenerlos, darles cariño y cambiarles un poco su forma de pensar, pero necesitaríamos mucha ayuda de gente capacitada para que hablen con ellos, quizás les presten más atención que a nosotras y puedan convencerlos. Será difícil, pero en una de esas nos contagiamos de Mauro y lo intentamos.
 
¿Qué les parece la posibilidad de tener un recetario para cocinar?
 
Estaría muy bueno; a veces tenemos que repetir las comidas porque no sabemos ya que cocinarle a los chicos. 


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