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AMPLIARLa cheff Leonora Saavedra a Milan

Expo Milán: Una chef autodidacta al pabellón chileno

"Me imagino a los italianos, como el chef Ennio Carota, simpáticos, medios fregados (exigentes) pero accesibles...los voy a conquistar", es el sentimiento que anima a Leonora Saavedra, quien ganó el concurso de la versión chilena del exitoso concurso Master Chef.

La mujer obtuvo el tercer lugar de la prueba que ganó Daniela Castro, pero el secretariado chileno de la Expo Milán quiso ofrecer un segundo viaje al certamen mundial a quien presentara el mejor plato de los que participaron en el concurso que realizó el católico canal 13.

En diálogo con ANSA, en un pequeño local de desayunos y almuerzos del popular barrio mercantil de Franklin donde trabaja hace 10 años, contó que cuando se abrió el cofre y vio que había un pasaje y un auto, "yo me dije no voy a viajar, pero cuando (el chef) Rodolfo Guzmán habló de la Expo, me transporté a Milán, y me dije voy a cocinar bien y gané, voy a Milán".

Leo, como se conoció en el programa, una mujer ruda -como le decía uno de los miembros del jurado- "pero no bruta" le aclaraba ella, conquistó al público por su autenticidad, no exento de un mal carácter. "Soy directa, si no me gustaban las cosas, yo las decía, como actuaba en la cocina soy en mi casa, cocino cantando y nunca estuve pendiente de las cámaras, se me salieron garabatos, hice morisquetas, así es la Leo".

Dice que en un comienzo no era fácil aceptar que tres hombres (un italiano, un francés y un chileno) le dijeran "eso no" y no hacía caso, pero como quería aprender a hacer "platos pitucos" (refinados), "me puse las pilas, lo logré, me quedaron lindos los últimos platos", afirma.

El comisionado chileno de la Expo Milán, Lorenzo Constans, llegó muy temprano esta semana al trabajo de la Leo para hacerle entrega de su premio. Ella preparó un rico desayuno para recibirlo con sándwiches tradicionales (chacarero, vacuno, porotos verde, tomate, ají), pan amasado, pebre (salsa picante con tomate y cilantro), té y café.

El comisionado le pregunta cómo lo hace y ella con picardía lo invita a la cocina, le pasa el delantal, le indica que se lave las manos y comienza con las instrucciones y sus secretos. Tiene 50 años, es la sexta de siete hermanos, se ha vuelto a reencontrar con sus hijos, tiene una familia muy grande. Su mamá era asesora del hogar, y no se crió con ella sino con su hermano mayor. Cuenta que su madre tiene 98 años, sigue viva, "así que vayan preparándose porque hay Leo pa' rato", amenaza.

Estudió en el Instituto Superior de Comercio y cuenta que en esa época "yo soñaba con un carrito fuera del colegio vendiéndole a mis compañeros" porque su hermano que le hacía la colación "me daba mucha comida, y cuando llegaba al colegio mis compañeros decían 'llegó la Leoporra' (porra, floja), y les vendía los sándwiches para comprar cigarros. Ahí despertó el deseo de cocinar". Hasta hoy no deja tampoco el cigarrillo.

Y aunque le apasionaba cocinar, cuando llegó al restaurante, el único conocimiento que tenía "era el arroz que se me quemaba; cuando hacía cazuela (puchero), se me molían las papas". El maestro de cocina tuvo la paciencia para enseñarle y dice que ahora ella le da consejos.

Gracias al reality Master Chef, en el restaurante chiquito pasaron de 90 almuerzos a 300 diarios. Consultada si alguna vez viajó en avión, respondió: "Mire, yo lo más lejos que he llegado es a Rancagua (80 kilómetros al sur de Santiago) sé que si miro hacia la montaña ahí está Argentina y al otro lado Perú".

Constans se despide de ella, a quien considera un personaje auténtico que representará la idiosincrasia popular chilena, y ella muy seria le dice: "Pero no hemos terminado, ahora nos toca lavar los platos".