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13/03/2015 - Libro

Reeditan "Cautivas" a 150 años de la Guerra de la Triple Alianza

Aunque todavía se agitan la aguas al nombrarlas, rompiendo un pacto de silencio impuesto por ellas mismas, la memoria de cinco mujeres de la alta sociedad correntina que fueron arrancadas de sus hogares y llevadas a tierras paraguayas por orden del Mariscal Francisco Solano López -donde vivieron un exilio forzado por cuatro años- es recuperada en la novela Cautivas, de la escritora y periodista Gabriela Saidón.

Publicada en 2008 en su versión original, la editorial Planeta saca ahora una reedición "corregida y aumentada", cuando se cumplen en abril 150 años "del comienzo de una de las contiendas bélicas menos estudiadas y más trágicas de Sudamérica", define la autora en el prólogo.

El 13 de abril de 1865 Paraguay invadió la capital de la provincia y dispuso que un triunvirato de correntinos 'paraguayistas' se hiciera cargo del gobierno. Y el 1ro de mayo de ese año el Imperio del Brasil, la Confederación Argentina y la República Oriental del Uruguay, le declararon la guerra, conocida como la Guerra de la Triple Alianza.

Carmen Ferré de Alsina y su bebe Carmencita, Jacoba Plaza de Cabral y su hijo Manuel de dos años, María Encarnación Atienza de Osuna, Victoria Bar de Ceballos y Toribia de los Santos de Sosa fueron arrestadas por soldados paraguayos, mientras sus maridos estaban ausentes, el 11 de julio de 1865, y alojadas en las celdas del Cabildo antes de partir hacia un destino incierto.

Frente al río, en el Paseo Mitre se alza un monumento con las cinco mujeres, los dos hijos, incluyendo a Toribia que nunca volvió, esculpidas en bronce por Luis Perlotti. 

"Hay una historia que se pretende cristalizar, esas cautivas hechas monumento, algo de piedra, duro, rígido, que no lo podés mover porque se pudre todo", afirma Saidon en diálogo con Télam, recordando la accidentada presentación en 2008 de la novela en Corrientes cuando fue increpada por varios asistentes, algunos descendientes de estas mujeres.

Autora de La montonera. Biografía de Norma ArrostitoMemorias de una chica normal (tirando a rockera)y el libro de crónicas Santos ruteros. De la Difunta Correa al Gauchito Gil, Saidón considera que la reacción entonces fue "de grupos conservadores", pero al mismo tiempo "la novela generó un gran interés en la ciudad y llego a la Academia, a los colegios secundarios, a los profesorados..." 

"Hay una interpretación muy interesante que hizo un psicoanalista lacaniano, Fernando Abelenda, sobre las cautivas. En una conferencia dijo que "esas mujeres al regresar, se encerraron en sus casas a vivir un segundo cautiverio, y que fueron sacralizadas por la sociedad conservadora, la misma que celebró los votos de silencio y no soportó la desacralización que significó el libro".

Y como "una parte de la sociedad intenta volver hoy -en el siglo XXI- a silenciarlas otras vez, a clausurarlas de nuevo". 

Por suerte, subraya Saidón, "hay nuevas generaciones o no tan nuevas, en las escuelas o en las universidades, que irrumpen a partir del libro e intentan abordar de otra forma una historia contada siempre igual. Y a esas personas no les cayó mal -sentí cariño y agradecimiento-, como si dijeran 'mirá hay otra mirada'.

Este hecho de las cautivas ¿se relaciona con la manera en que Corrientes construye su relación con la Guerra de la Triple Alianza?
Es su gran herida, por qué fuimos a matar a los hermanos paraguayos. Paraguay y Corrientes tenían vínculos muy cercanos por proximidad geográfica, vínculos comerciales, familiares; muchos de los correntinos se hicieron paraguayistas. Todavía discuten sobre este tema, acerca de los militares y políticos que estuvieron a favor de Paraguay para no adherir al gobierno de Mitre, un porteño unitario.

Los correntinos no estaban con Buenos Aires, fue una guerra forzada para ellos que generó estas divisiones espantosas. Hablar del tema hoy en día en ciertos lugares es todavía difícil.

En Paraguay es peor porque la Guerra de la Triple Alianza no es estudiada desde el punto de vista historiográfico ni a nivel académico, no hay historiadores abocados al tema, no existe una producción importante en este sentido. Para ellos es algo muy dramático, Paraguay quedó destruido. Y ahí intervienen los nacionalismos, el tema de los héroes, como se lo considera sin cuestionamientos al Mariscal Solano López. 

A los críticos del libro ¿qué les molestó más? 
Fue avizorar la posibilidad de la sexualidad de las mujeres, pero no la sexualidad violenta y machista que tiene que ver con el secuestro y con la violación -seguramente los soldados paraguayos las habrían violado- sino la posibilidad sugerida y muy sutilmente dicha en el texto de que hubieran experimentado alguna clase de goce, algo que la sociedad correntina no puede imaginarse. 

En las Cautivas vos le das una libertad a una memoria que estaba encorsetada, una ficción abierta que no lleva a conclusiones arbitrarias... 
Hay una mezcla de géneros y también una falta de respeto hacia ellos, en realidad gana la ficción porque se cuela en todos los intersticios.

Como los documentos históricos están muy presentes -hay documentos reales, mucha investigación periodística- tuve margen para darle a los huecos un aerosol de la ficción. Yo creo en la ficción. Es un acercamiento más posible a lo que pudo ser verdad. 

En la novela vos aludís a la posibilidad de una sexta cautiva...
Hay documentos y testimonios que mencionan esto, se confunde con el hecho de la que no volvió, Toribia, algunos especulan que se fue con un paraguayo, otros que murió de cólera, algo probable, aunque la epidemia no coincide con las fechas de su desaparición. 

Hay un juego con la ficción porque no existen pruebas reales. Es probable que haya muerto, pero bueno por qué no imaginarle un destino mejor.

¿Cómo hiciste para armar el perfil de las cinco mujeres?
Ayudaron muchísimo los descendientes, lo que circuló de generación en generación, algunas cosas se saben con certeza como la locura de Carmen y de su hija al regreso. También es importante la crónica escrita por Victoria. Ese pequeñísimo texto desde el cual uno puede inferir algunas cosas y construir el propio relato.

Y en cuanto a los documentos que incluye la novela...
Aquí hay un juego entre documentos apócrifos y reales, una falta de respeto a los próceres, me di el gusto. La carta que le manda Bartolomé Mitre a Francisco Solano López reclamándole por estas mujeres es real; las cartas de Dominguito -el hijo de Sarmiento- son reales pero yo invento otras imitando su estilo así como la cobertura de José Hernández sobre estos hechos. Él vivió y fue cronista en Corrientes pero no en ese momento, y lo que hago es construirlo como un cronista del regreso de las cautivas, una licencia que me permití teniendo en cuenta que en 1870, cuando termina la guerra él publica el Martín Fierro. 

Hay una imagen de Mansilla, que las habría visto dado vuelta - él mira la realidad desde arriba de un mangrullo, entre las piernas-, una posición ridícula que describe en Una excursión a los indios ranqueles, pero él no vio nunca a las cautivas. Es un juego entre tomar los textos de nuestros próceres literarios del siglo XIX y reescribirlos como quise en la novela. 

 


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