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AMPLIARSusana y los viejos del inimitable Tintoretto

Una muestra en Paris sobre el ritual del baño en el arte

La historia del baño y el aseo personal en el arte, desde el Renacimiento hasta nuestros días, es el eje de una muestra en el Museo Marmottan de París, célebre por su colección de impresionistas, programada hasta el 5 de julio.

"Toilette, el nacimiento de la intimidad", recorre a través de las obras maestras de grandes artistas de los siglos XV al XXI -con préstamos de museos y colecciones internacionales- la evolución del rito de la higiene personal, desde el baño al cuidado del cuerpo y el vestido.

La exposición abre con un conjunto excepcional de grabados de Durero, para seguir luego con las pinturas "Mujer con la pulga" de Georges de La Tour y "Mujer joven en el baño", de Nicolas Regnier, así como "Susana y los viejos" de Tintoretto (del Louvre y del Kunsthistorisches Museum de Viena).

Incluye además un conjunto único de cuatro "tondi" (obras redondas), reunidas por primera vez, de Francois Boucher, que muestran la invención del gesto y los lugares específicos del aseo en la Europa del Antiguo Régimen.

"El baño no es más que un pretexto, es el desnudo en realidad lo que se celebra", observaron los curadores Georges Vigarello y Nadeije Laneyrie-Dagen.

En la segunda parte de la muestra la higiene se vuelve más íntima: ya no en espacios abiertos al aire libre, sino en el mundo privado del dormitorio.

Estamos en el siglo XIX y los modos de la limpieza del cuerpo se multiplican, con el uso de agua en abundancia (antes el agua era "impura", vector de enfermedades, salvo la del bautismo y las ablaciones).

Al mismo tiempo aparece el ideal de la belleza física y la perfección de las líneas, con la importancia de la apariencia. Las escenas se hacen más realistas: la mujer sentada ante el espejo, mientras se maquilla o se ajusta el cabello y se perfuma.

El recurso al bidet para lavar las partes íntimas se hace aún en presencia del personal doméstico, pero no frente a extraños. La parte más social de la higiene asume un nuevo significado: aparece el "cabinet de toilette", con la desacralización del desnudo que inspiró a Manet, Berthe Morisot, Degas, Toulose Lautrec.

En la última sección, el visitante se reconoce en las imágenes de las salas de baño modernas y "funcionales", como las de Pierre Bonnard hasta Cagnaccio di San Pietro o Picasso, en donde "lejos de las miradas indiscretas está permitido abandonarse al sueño y el placer".

Hasta ahora siempre fue la mujer la admirada por el hombre: hay que esperar hasta 1960 y las reivindicaciones feministas para que el hombre se vuelva protagonista, como "Hombre en el baño" de Gustave Caillebotte, o la mirada de las mujeres sobre sí mismas en una bañera con una máscara para el rostro (Bettina Rems) o un sostén Chanel (Karen Mulder).

Su higiene se despega de la estética ideal o de la moda de la publicidad, y se muestra con naturalidad con las arrugas y pelos. "Una relación nueva se instaura entre la mujer y la higiene -concluyen los curadores-, es menos importante el lavarse y el prepararse. El baño se convierte en un refugio del mundo, un lugar donde no existe más el tiempo".