"Basta de silencios!", clamó ayer la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, desde el palacio de La Moneda, en el 41er. aniversario del cruento golpe de estado que depuso al gobierno socialista de Salvador Allende.
La mandataria, junto a dos hijas y una nieta del ex mandatario, recorrieron la sede de gobierno, desde donde Allende dirigió sus últimas palabras a los chilenos mientras caían las bombas de los aviones Hacker Hunter que participaron en la insurrección golpista, que dio paso a la dictadura de Augusto Pinochet.
Ante unos 400 invitados, entre ellos los presidentes Eduardo Frei y Ricardo Lagos, Bachelet expresó que "hoy, nuevamente en democracia, Chile no ha perdido la memoria, Chile no ha olvidado a sus hijos perseguidos, ejecutados y detenidos desaparecidos". "Chile no ha olvidado a quienes mantuvieron viva la esperanza de un país libre", enfatizó.
Y haciéndose cargo del dolor de miles de familias que no encuentran los restos de sus seres queridos, la mandataria acusó que "han pasado 41 anos y los testigos, sobrevivientes, víctimas y victimarios, y sus cómplices son hoy personas mayores, muchos han muerto a la espera de la justicia, muchos han muerto guardando silencio".
"Basta ya de esperas dolorosas y de silencios injustificados, lo he dicho estos días y lo repito hoy: es el momento de hermanarnos en la verdad y para ello es fundamental que quienes tienen información relevante, sean civiles o militares, la entreguen", exclamó.
Bachelet -ex perseguida política, torturada y exiliada- tampoco eludió en esta simbólica fecha el temor que provocó en la ciudadanía el atentado a una estación del Metro de Santiago, en plena hora de almuerzo, y que dejó este lunes a 14 personas lesionadas. "No puede haber espacio para la violencia y el miedo" y sostuvo que aunque "tenemos mucho que hacer para perfeccionar nuestra democracia, aún así esta democracia que hoy nos permite reunirnos en libertad y reivindicar nuestra historia es nuestro bien más preciado como sociedad".
"No sólo por lo mucho que nos costó recuperarla, es nuestro mayor capital porque en ella el Estado está al servicio del pueblo y no en su contra. Es nuestra construcción más preciada, porque es nuestra garantía de que somos capaces de resolver nuestras diferencias en el marco del respeto, los derechos y la paz", agregó la médica pediatra.
En la misma línea, dejó en claro que "no estamos dispuestos a permitir que esa cultura de respeto, de derechos y de paz que hoy reivindicamos y que nos pertenece a todos, sea atropellada, usada o menospreciada por nadie".
"Si hay una lección aprendida para todos del Golpe Militar de 1973 es que en Chile no hay ni puede haber espacio para la violencia, condenamos la violencia en todas sus formas y reivindicamos la vocación de nuestro país de vivir en paz y tranquilidad, porque en Chile no puede ni hay espacio alguno para el miedo o el temor", enfatizó.
Los homenajes al presidente Allende, a sus leales colaboradores y a todas las víctimas de la represión bajo la dictadura, continuaron durante todo el día y culminaban con una velatón en el Estadio Nacional. El principal recinto deportivo fue convertido en campo de concentración al día siguiente del Golpe de Estado.
El Informe de Verdad y Reconciliación constató en 1991 que durante los 16 años y medio de dictadura (1973-1990) hubo 3.000 ejecutados y muertos, de los cuales 1.000 permanecen desaparecidos. En 2005, otro documento oficial sobre prisión y tortura escuchó los testimonios de 30 mil sobrevivientes que pasaron por las cárceles secretas de los organismos de seguridad.
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