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Un hombre facciona gasolina traida de Venezuela
Camara fotoAMPLIARUn hombre facciona gasolina traida de Venezuela
16/06/2014 - Por Patricia Clarembaux para AFP

El negocio redondo de la gasolina venezolana

Normalmente, una libreta y un bolígrafo en la mano alertan –y ahuyentan– a cualquier funcionario del gobierno venezolano: "¡Un periodista!", parece que piensan con horror. No fue la excepción en la visita que hicimos a la frontera colombo venezolana para trabajar un reportaje sobre contrabando.

Pero algo nos salvó: la frase "¡Vengo con la tuitera!".

"La tuitera" es una mujer de unos 30 años que trabaja para un organismo del gobierno socialista de Nicolás Maduro, pero que además maneja la cuenta de Twitter de otra dependencia oficial, que prefiero no detallar para que ella pueda conservar su empleo. 

Así que, al llegar a la frontera, "¡vengo con la tuitera!" fue la llave para que los militares a cargo del operativo "Centinela", que busca frenar el contrabando de alimentos y gasolina venezolana hacia Colombia, nos permitieran estar en el lugar, hablar con la gente y comentarnos algunos detalles de su rutina.  

“Pimpinas” o recipientes de gasolina llenos de combustible a un lado de la carretera cercana a la frontera entre Colombia y Venezuela, el 22 de mayo de 2014.

“Pimpinas” o recipientes de gasolina llenos de combustible a un lado de la carretera cercana a la frontera entre Colombia y Venezuela, el 22 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)


En cambio, a los motociclistas les importaba poco y nada quién era "la tuitera", pero al ver la libreta y el bolígrafo comenzaban las denuncias: "Este operativo no sirve para nada", dijo uno. "Me retrasa horas", refunfuñó otro, mientras hacía la cola de dos cuadras para que le revisaran el nivel de combustible de su tanque.

"¡Como si la mayor parte de la gasolina se fuera por aquí! ¿Por qué no paran a los camiones que entran de noche cargados de comida y gasolina por las trochas (caminos ilegales que surcan la frontera)? ¿Aaah?", se preguntó otro.

Claro que a un grupo de motociclistas la libreta y el bolígrafo –y ni hablar del grabador– les ponía el corazón a mil y los ojos desorbitados. "Nooo, mamiiita. Deje que voy apurado", soltó uno y arrancó a toda máquina, luego de que los militares le redujeran a la mitad la gasolina de su tanque porque "se presumía contrabando". Otro más ni siquiera emitió palabras. Gestualizó un "no quiero hablar" moviendo su cabeza y cerrando sus ojos.


“Pimpinas” o recipientes de gasolina llenos de combustible a un lado de una carretera cercana a la frontera entre Colombia y Venezuela, el 22 de mayo de 2014.

“Pimpinas” o recipientes de gasolina llenos de combustible a un lado de una carretera cercana a la frontera entre Colombia y Venezuela, el 22 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)


El trabajo periodístico en la frontera es complicado. Primero, porque pocos dicen la verdad, así que toca preguntar la misma cosa varias veces, de distintas formas y a unas cuantas personas para concluir una media verdad. Luego, porque la gente no quiere hablar, por miedo o porque no quieren dañar la mano que les da de comer.  

Y hay que mirar mucho de un lado y del otro. Por ejemplo, varios motociclistas pasaban alegremente –sin ser parados por los militares– con un pasajero que sostenía una sola bolsa con un cereal, un yogurt líquido y un kilo de azúcar. El militar venezolano explicó: "A esos así no se les revisa, porque uno sabe que una bolsa con comida es para el consumo personal. No podría ser contrabando". 

Pero del otro lado, del colombiano, en Cúcuta, una bolsa muy parecida –por no decir la misma–, terminó apilada con otra decena más con igual contenido al pie del árbol que fungía como puesto de un vendedor ilegal de gasolina venezolana que se tomaba tranquilo un hervido de res.

La Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela inspecciona el tanque de gasolina de un coche colombiano en un puesto fronterizo con Colombia, en el estado Táchira, el 23 de mayo de 2014.

La Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela inspecciona el tanque de gasolina de un coche colombiano en un puesto fronterizo con Colombia, en el estado Táchira, el 23 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)


Lo mismo que la gasolina. Al llegar a Cúcuta, a escasos metros de los militares colombianos, había motos y carros por aquí, motos y carros por allá, motos y carros por doquier: con una manguera, les extraían la gasolina del tanque para volcarla a las pimpinas (garrafas) de los revendedores. Se veía a los conductores de los vehículos contar los billetes que les quedaban por el negocio redondo.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha admitido que vender un litro de leche en la frontera "da más que vender cocaína". Lo mismo que la gasolina, tan barata en Venezuela que llenar un tanque cuesta apenas unos centavos de dólar, mientras que en Colombia un litro de gasolina se vende a 1,18 dólares.

La venta informal del combustible venezolano se extiende por toda la zona fronteriza hasta pocos kilómetros antes de Santa Marta (sobre el Caribe colombiano). También del lado colombiano les temían a la libreta y al bolígrafo, así que de aquí en adelante todas las anotaciones se hicieron una vez que estábamos de vuelta al carro y de memoria.

Miembros de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela en el occidental estado Táchira inspeccionan los tanques de gasolina en el paso fronterizo hacia Colombia para controlar el contrabando de combustible, el 23 de mayo de 2014.

Miembros de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela en el occidental estado Táchira inspeccionan los tanques de gasolina en el paso fronterizo hacia Colombia para controlar el contrabando de combustible, el 23 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)

 

Tocó tener mucha paciencia, ir de pimpinero (vendedor de gasolina) en pimpinero identificándonos como periodistas e intentar conseguir una historia. Fue aquel hombre, el que almorzaba un hervido a la sombra de un árbol, uno de los pocos que finalmente accedió a hablar. 

Lanzaba tres refunfuñes de "¡déjeme almorzar!" y una respuesta: "Los vendo en 25.000 pesos" (13 dólares). Otra queja y "me los traen los motorizados y carros que vienen de Venezuela con la gasolina". Un "ya está bueno" más, seguido de un dato más. 

De su testimonio, no hay fotos ni video. Fue imposible. Del lugar, las pocas imágenes que salieron se tomaron a través del vidrio del automóvil. 

Oficiales de la Marina venezolana incautan botellas con combustible en un puesto de control en la frontera con Colombia, en el venezolano estado Táchira, el 23 de mayo de 2014.

Oficiales de la Marina venezolana incautan botellas con combustible en un puesto de control en la frontera con Colombia, en el venezolano estado Táchira, el 23 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)

 

El siguiente que habló estaba a unos 15 minutos de la frontera, acostado en la tierra bajo el techo de palmas de su quiosco. El calor derrite en Cúcuta, moja toda la ropa y, a pesar de todo, Germán accedió a explicarnos todo cuanto pudo y hasta posó para las fotografías y el video. Eso sí, pidió que su nombre fuera cambiado. 

Y como la comida venezolana también pasa de contrabando a Colombia, en el recorrido por Cúcuta "la tuitera" se detuvo en cada uno de los abastos del camino, sabiendo que conseguiríamos allí productos venezolanos en extinción. 

Los encargados de los abastos tampoco quisieron hablar on the record. Prefirieron esperar al dueño, que "debe venir por ahí", para dar explicación sobre el origen de la mayonesa Kraft, la harina PAN para hacer las arepas, la leche CASA hecha en la República Bolivariana de Venezuela a precios subsidiados y exhibida en aquellos anaqueles colombianos.

Miembros de una familia cruzan el río Táchira hacia Colombia, en el estado Táchira al occidente de Venezuela, el 23 de mayo de 2014.

Miembros de una familia cruzan el río Táchira hacia Colombia, en el estado Táchira al occidente de Venezuela, el 23 de mayo de 2014. Los bajos precios de los productos básicos en Venezuela alientan el contrabando hacia el vecino país (AFP / George Castellano)


A escasa hora y 40 minutos de Cúcuta está San Cristóbal, la ciudad donde nacieron las protestas que ya tienen casi tres meses en Venezuela. A esa distancia, los habitantes resienten los efectos del contrabando.

Para comprar una medicina o leche –cuando llega– en la cadena Farmatodo, deben hacer largas colas y rezar para que aún queden productos cuando les llegue el turno. Lo mismo para la gasolina. El contrabando de combustible –que representa unos 100.000 barriles diarios de petróleo– obligó a las autoridades a colocar a vehículos y motos un chip que registra un máximo de consumo semanal

"La tuitera" recuerda también otro efecto negativo del contrabando. A mediados de mayo un bus que trasladaba a 45 niños estalló y 33 fallecieron calcinados. Se dice que, además de los menores, el autobús trasladaba pimpinas de gasolina.

Un hombre vende gasolina en el lado colombiano de la frontera con Venezuela, cerca del estado Táchira, el 23 de mayo de 2014.

Un hombre vende gasolina en el lado colombiano de la frontera con Venezuela, cerca del estado Táchira, el 23 de mayo de 2014 (AFP / George Castellano)

*Patricia Clarembaux es corresponsal de la AFP en Caracas. 


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