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Pájaros sobrevuelan el buque brasileño Ary Rongel frente a la Antártida
Camara fotoAMPLIARPájaros sobrevuelan el buque brasileño Ary Rongel frente a la Antártida
18/04/2014 - Por Vitoria Velez para AFP

Travesía al continente blanco

Son más de las seis de la tarde pero aún hay luz. Imponentes glaciares y montañas cubiertas de nieve se levantan por primera vez ante mis ojos, revelando los primeros contornos del paisaje con el que sueño hace días, meses, años. El comienzo de un fresco informe de la corresponsal de la agencia francesa.

Una bandada de petreles del Cabo sobrevuela el barco de apoyo oceanográfico de la Marina brasileña Ary Rongel, dando la bienvenida a los 82 tripulantes y nueve periodistas que hemos partido hacia el continente blanco.

El buque oceanográfico brasileño Ary Rongel (AFP / Vanderlei Almeida)

El buque oceanográfico brasileño Ary Rongel (AFP / Vanderlei Almeida)


La presencia de periodistas a bordo no es novedosa, pero esta es la primera vez que la prensa y la tripulación conviven tanto tiempo juntas: dos semanas exactas. Durante este tiempo, tenemos que adaptarnos a la rutina y a los horarios de los militares y ellos, acostumbrados a cumplir órdenes sin cuestionarlas, a nuestra curiosidad constante.

El viaje comienza en avión desde mi ciudad natal, la tropical Río de Janeiro, hasta Punta Arenas, en el extremo sur de Chile. Desde allí partimos en travesía marítima hacia el sur, por el Estrecho de Magallanes, pasando por los canales chilenos hasta llegar al archipiélago de las Shetlands del Sur.

El buque hace este viaje cada año, para llevar provisiones y personal a la estación brasileña Comandante Ferraz, situada en la isla Rey Jorge. También iremos a bases pertenecientes a otros países, situadas a algunas horas de navío de Comandante Ferraz, para hacer visitas y levantar científicos brasileños y material que están allí.

La parte más difícil de estos 1.600 km de viaje marítimo, que completamos en cuatro días, es la travesía del turbulento Mar de Drake, un tramo de unos 1.000 km entre el extremo sur de América del Sur y la Península Antártica, en donde el buque literalmente “surfa” olas de hasta 10 metros de altura.


Pinguinos delante de la base Comandante Ferraz, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Pinguinos delante de la base Comandante Ferraz, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Después de casi dos días navegando en el Drake, punto de encuentro de los océanos Atlántico y Pacífico, finalmente hemos llegado a la Antártida.

Respiro profundo y admiro el paisaje, tan diferente de la exuberante vegetación de la selva tropical atlántica a la que estoy habituada. Pero el aire es tan frío que duele respirar, y me hace toser y toser. Mis manos, sin guantes para poder escribir lo que veo, comienzan a congelarse.


El buque Ary Rongel frente a la base argentina de Camera, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

El buque Ary Rongel frente a la base argentina Teniente Cámara, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Es preciso preparar el cuerpo para el rigor del clima. Ropas especiales, botas polares y lentes de esquí son imprescindibles para evitar el congelamiento y los daños a la retina a raíz del reflejo del sol en tanta blancura. Pero caminar, correr, subir y bajar con tanta ropa no es fácil, sobre todo para quien precisa cargar su propio equipo, como el fotógrafo brasileño Vanderlei Almeida o la camarógrafa francesa Marion Lippmann, mis colegas de la AFP que me acompañan.

En la Antártida, uno aprende que la naturaleza es soberana, y que respetar sus reglas es esencial. Ella decide si nos quedamos o partimos y a los lugares a los que podemos ir, independientemente de la tecnología o los recursos de los que disponemos.


La base Comandante Ferraz, vista desde el memorial a los soldados fallecidos, el 10 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base Comandante Ferraz, vista desde el memorial a los soldados brasileños fallecidos (AFP / Vanderlei Almeida)


La temperatura del agua, en torno a los 0ºC, por ejemplo, puede transformar una caída en un riesgo de vida. Los altoparlantes del navío nos recuerdan todos los días que el rescate debe ser realizado en hasta 90 segundos, antes de que el cuerpo comience a presentar señales de congelamiento fatales.

Cuando el viento sopla a más de 30 nudos (unos 55 km/h), debemos permanecer a bordo porque es peligroso volar en helicóptero o navegar en bote, únicas formas de dejar el Ary Rongel. Y el clima cambia muy rápido. En un único día, puede haber sol, luego lluvia y finalmente, nieve.

Después de una tormenta de nieve, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Después de una tormenta de nieve, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


En el continente blanco, el ser humano deja de ser rey y se convierte en súbdito. Es preciso paciencia, observación y sentido de la oportunidad, como aprenden los científicos brasileños en el entrenamiento que reciben antes de embarcar.

Lección de humildad

La fuerza primitiva del mar de Drake, que marea e impresiona hasta a los navegantes más experimentados, las restricciones impuestas por el clima y la presencia de animales como pingüinos, focas y ballenas, que no se intimidan con la presencia humana, reiteran todo el tiempo que es preciso respeto para entrar en este mundo diferente.

La base peruana Machupicchu, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base peruana Machupicchu, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Aquí la vida es dura para todos: para los miles de científicos de todo el mundo que permanecen unos meses haciendo investigaciones de campo, y para los habitantes de pequeños poblados como Villa las Estrellas, donde viven 64 chilenos, incluidos varios niños con sus maestros y hasta un agente bancario, y que pasan hasta dos años sometidos a temperaturas de entre 0ºC y -40ºC.

Vivir en la Antártida, aunque solo sea temporariamente, exige adaptación, cooperación y dejar de lado un sinnúmero de comodidades que consideramos normales. Cada espacio de las naves y las bases es aprovechado y dividido, y en tierra también se necesita seguir una disciplina militar.

Allí, todos están subordinados al jefe de la base. Hay horarios para todo, cada uno tiene tareas diarias que cumplir, salir solo está prohibido. Los almacenes carecen de muchos productos habituales en las ciudades y hasta tomar un simple baño puede ser una tarea compleja, sobre todo para los investigadores que están acampados.

Cientos de científicos brasileños residen durante meses en la Antártida en el verano austral, entre noviembre y marzo, llevando a cabo investigaciones sobre el medio ambiente, y especialmente sobre fenómenos glaciares con impactos en el clima regional y mundial, así como sobre las interacciones entre el hielo polar y la selva amazónica.

La base Comandante Ferraz vista desde el buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base Comandante Ferraz vista desde el buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Entre las aplicaciones prácticas de sus estudios están una planta resistente al frío que puede revelar secretos que permitirán congelar materia viva, y un alga tóxica que permitirá quizás desarrollar un poderoso insecticida. 

Estas investigaciones ayudan a develar los misterios del último territorio intocado del planeta, un continente de superlativos que alberga cerca de 70% da agua dulce de la Tierra y que se especula conserva riquezas minerales inestimables.

El Tratado Antártico dedica el continente helado enteramente a la paz y a la cooperación científica internacional y prohíbe la explotación de minerales con fines comerciales. Solo permite unas pocas actividades económicas como el turismo controlado. El documento está en vigor hasta 2048, cuando los países presentes en la Antártida deberán decidir sobre su futuro.

Contemplando los glaciares con sus diferentes tonos de azul y los pingüinos papúa que se equilibran en los icebergs de la bahía ubicada frente a la base brasileña Comandante Ferraz, me pregunto qué reservará la humanidad para estas tierras del extremo sur del planeta: ¿preservación o depredación?


En 1972, el científico francés Jacques Yves Cousteau instaló este esqueleto de ballena jorobada delante de la base brasileña Comandante Ferraz, como monumento contra el exterminio de especies animales en el siglo 20 (AFP / Vanderlei Almeida)

En 1972, el científico francés Jacques Yves Cousteau instaló este esqueleto de ballena jorobada en los alrededores de la base brasileña Comandante Ferraz, como monumento contra el exterminio de especies animales en el siglo XX. Cuarenta y dos años más tarde, sigue ahí (AFP / Vanderlei Almeida)


Base militar china en la Isla del Rey Jorge, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Base china en la Isla del Rey Jorge, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Una trabajadora de la base chilena Presidente Eduardo Frei habla por teléfono móvil, el 13 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Una trabajadora de la base chilena Presidente Eduardo Frei habla por teléfono móvil (AFP / Vanderlei Almeida)


Ejercicio anti-incendio a bordo del buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Ejercicio anti-incendio a bordo del buque Ary Rongel, el 7 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


La Antártida vista desde el buque Ary Rongel, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La Antártida vista desde el buque Ary Rongel, el 4 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


Pinguino frente a la base argentina de Camera, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

Pingüino frente a la base argentina Teniente Cámara, el 8 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


La base rusa de Bellingshausen, en la Antártida, el 11 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)

La base rusa de Bellingshausen, en la Antártida, el 11 de marzo de 2014 (AFP / Vanderlei Almeida)


La iglesia ortodoxa de la base rusa de Bellingshausen (AFP / Vanderlei Almeida)

La iglesia ortodoxa de la base rusa de Bellingshausen (AFP / Vanderlei Almeida)


Vitoria Velez es periodista en la oficina de la AFP en Río de Janeiro.


Identificación de Personas Desaparecidas

Si tenés un familiar victima de desaparición forzada y aun no diste tu muestra de sangre lo podés hacer ahora y ayuda a identificarlo.La toma de muestras son gratuitas, hechas por el Equipo Argentino de Antropología Forense dentro de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. Llama e 0800-333-2334, de lSec. DDHH Tuc. –Juzgados Federales 1 y 2 Tucumán.



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