Si hoy en día la inteligencia estadounidense recurre a Twitter, como en el caso de Zunzuneo para Cuba, en la época de la Guerra Fría los medios para propiciar "primaveras" como la reciente árabe fueron los grandes de la literatura: un rol de primer plano lo tuvo "Doctor Zhivago", libro cuya publicación fue impulsada por la CIA.
En aquella época la Agencia central estadounidense estaba arraigada en su misión original, la de espionaje, muy distinta de su rol actual de "organización paramilitar", que empezó a desarrollar tras los atentados del 11 de septiembre.
La novela de Boris Pasternak fue uno de los pilares en los
que se basó la CIA en su acción contra Moscú. Era un libro de
valor inestimabile en términos de propaganda, no sólo por el
mensaje intrínseco y su naturaleza provocativa, sino también
por las circunstancias de su publicación.
"Tenemos la ocasión de llevar a los ciudadanos soviéticos a
preguntarse qué hay de equivocado en su gobierno, que prohíbe la
publicación de uno de los mayores escritores rusos vivos en su
proprio idioma y para su proprio país", indica un documento de
la CIA desclasificado hace poco y relativo a los años de la
Guerra Fría, reportó la edicion dominical del diario The Washington Post.
La publicación sucesiva del libro desató una de las mayores
tormentas culturales de la Guerra Fría.
La CIA se enteró de la existencia de "Doctor Zhivago" en
enero de 1958, por indicación de los servicios de inteligencia
británicos que le sugerían que trabajase para hacer llegar
ejemplares del libro entre los ciudadanos soviéticos.
La CIA adoptó la idea inmediatamente. Quien condujo al
coperación de patrocinar el libro fue la división soviética de
la Agencia, con la aprobación del presidente estadounidense
Dwight Eisenhower, que concedió a la CIA el control exclusivo de
la "explotación" de la novela.
El único requisito era que no se debían ver "las manos del
gobierno estadounidense.".
La CIA hizo imprimir de manera secreta el "Doctor Zhivago" y
lo empezó a distribuir entre los turistas rusos en 1959 en la
Feria mundial de Bruselas.
La distribución se llevó a cabo en el pabellón montado por el
Vaticano, dentro del cual algunos inmigrantes católicos rusos
habían creado una pequeña librería escondida.
La novela era una "clara amenaza a la visión del mundo que el
Kremlin trata de presentar", según los documentos.
El mensaje de Pasternk "sobre el hecho de que toda persona
merece una vida privada y ser respetado como individuo, más allá
de su fidelidad política y su contribución al estado, representa
un desafío para la ética del sacrificio del individuo al sistema
comunista", escribió en 1958 el jefe de la división soviética de
la CIA, John Maury.
La CIA distribuyó durante la Guerra Fría unos 10 millones de libros y revistas más allá del 'Cortina de Hierro" que en esa época separa al mundo occidental del bloque soviético.
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