Chile es un país de terremotos y existe una cultura sísmica entre sus habitantes, porque no hay chileno que no haya vivido dos grandes terremotos, como mínimo, en su vida.
De ahí que los iquiqueños estuvieran preparados para el movimiento del 1 de abril, y se mantengan en alerta durante unos días porque la historia cuenta que siempre después de un gran terremoto viene otro más fuerte.
El peor de todos ocurrió en Valdivia, el 22 de mayo de 1960,
que alcanzó los 9,5 grados Richter (hasta 10), el más devastador
en la historia de la Humanidad. Pero esta gran catástrofe estuvo
precedida por el terremoto de Concepción (a 400 kilómetros de
Valdivia), que en realidad fue una sucesión de tres sismos
destructores que ocurrieron entre el 21 y 22 de mayo de 1960.
El primero fue registrado el 21 de mayo a las 06:02 hora local (10.02 GMT) y tuvo una magnitud de 8,3 grados Richter, que con una duración de 35 segundos colapsó un tercio de las edificaciones de Concepción mientras la lluvia caía implacablemente. Al día siguiente, a las 6.32 GMT se produce un nuevo movimiento de 7,31 grados. Y el tercer sismo a las 18.55 GMT de 7,8 sobrevino 15 minutos antes que el de Valdivia.
Mientras el gobierno organizaba la estrategia para ayudar a
Concepción, se produjo el mega terremoto de Valdivia, el domingo
22 de mayo de 1960 a las 19.11 GMT alcanzando una magnitud de
9,5 grados Richter y 10 minutos de duración. Estudios
posteriores señalan que en realidad fue una sucesión de 37 o más
terremotos cuyos epicentros abarcaron una superficie total de
1.350 kilómetros.
El cataclismo devastó todo el territorio chileno entre Talca
y Chiloé, es decir, más de 400.000 kilómetros cuadrados.
La zona más afectada fue la ciudad lacustre de Valdivia y sus
alrededores, donde el terremoto alcanzó una intensidad de entre
11 y 12 grados Mercalli (hasta 12).
Gran parte de las edificaciones se derrumbó inmediatamente,
mientras el río Calle-Calle inundaba el centro urbano. Un
desastre total.
En el puerto de Corral, cercano a Valdivia, el nivel del mar se elevó cerca de 4 metros antes de comenzar a retraerse rápidamente, arrastrando barcos ubicados en la bahía. Veinte minutos después, una ola de ocho metros de altura azotó la costa entre Concepción y Chiloé a más de 150 kilómetros por hora, ocasionando la muerte de cientos de habitantes de diversas localidades. Diez minutos después, el mar volvió a retroceder, arrastrando ruinas de pueblos costeros para impactar nuevamente con una ola superior a 10 metros de altura.
La onda expansiva comenzó a recorrer el océano Pacífico. Casi quince horas después del evento en Valdivia, un maremoto de 10 metros de altura azotó la isla de Hilo, en el archipiélago de Hawai, a más de 10.000 kilómetros de distancia del epicentro, provocando la muerte de 61 personas. Similares eventos se registraron en Japón, las Filipinas, Rapa Nui, la zona oeste de Estados Unidos, Nueva Zelandia, Samoa y las islas Marquesas.
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