Los iquiqueños viven en alerta y con la mochila lista para escapar a los sectores altos de la ciudad luego del temblor de 6,7 grados Richter del 17 de marzo que ha provocado hasta el sabado pasado una seguidilla de 100 sismos en la zona, unos 1.800 kilómetros al norte de Santiago.
Con un borde costero de 150 kilómetros, ese día sonaron las sirenas de emergencia y la mitad de la población de 250 mil personas fue evacuada por tres horas hacia los cerros, en una zona donde el mar y los cerros se distancian por apenas dos kilómetros.
"Hay muy poca gente en las calles del centro, se percibe el
miedo, los taxis colectivos ya no tienen pasajeros, muchos van
al supermercado para aprovisionarse de agua, linternas y
alimentos no perecibles", describe a ANSA Estela Rodríguez,
quien vive a 10 minutos del centro, en una zona libre de
tsunami.
"Ya no se vive una vida normal. La gente transmite el miedo
porque a todos lados va apuradita para regresar de inmediato a
su casa, por si pasa algo", añade.
El lunes, los niños y jóvenes no fueron a clases porque se
temía el gran terremoto anunciado para esta zona por los
expertos, quienes descartaron se hubiera liberado la energía
suficiente con el sismos de hace dos días como con los
siguientes movimientos.
En las calles de Iquique sólo se habla del terremoto
anunciado. "Se dice -cuenta Estela- que si el movimiento supera
los ocho grados Richter, la mayoría de las casas de adobe se
caerían. También se sabe que la gente que vive en edificios no
se alcanza a evacuar. Ya se observa una mayor venta de
viviendas".
El domingo pasado, dos personas mayores murieron de susto
tras los movimientos telúricos de 5,6 y 5,8 grados Richter, con
15 minutos de diferencia que se sintieron en la ciudad.
Estela resume que ella, al igual que todos los iquiqueños,
"sigue esperando" el gran terremoto. Ella ya vivió una
catástrofe similar -pero sin tsunami- en 1985, en Santiago,
donde perdió su casa.
Alejandra Flores nació en Pica, cerca de Iquique y ahora vive
a cuadra y media de la playa. Dice a ANSA que como no ve
televisión -que están todo el día transmitiendo sobre el
terremoto que va a venir y "son muy catastrofistas"- ella está
sólo "en alerta".
"En Iquique siempre hay temblores; nosotros estamos un poco
acostumbrados, pero la situación actual de tantos temblores
seguidos ha hecho que las familias tomen medidas precautorias",
relata.
Los niños, reflexiona, son el mayor problemas, "porque hasta
ahora los temblores más fuertes se han producido los días
domingos cuando están junto a sus familias. Pero en las
escuelas, obviamente entran en pánico".
Reconoce también que han disminuido las visitas a la Zona Franca de Iquique (Zofri), el principal puerto libre de Chile, y donde llegan además muchos peruanos y bolivianos. Por el momento, ella dice que está preparada: "Yo tengo mi mochila a la mano, con un poco de agua -porque con el susto da sed-; zapatillas, por si ando con sandalias y tengo que subir el cerro de arena; y linternas, por si es de noche".
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