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José Mujica llega a la asunción de Michelle Bachelet
Camara fotoAMPLIARJosé Mujica llega a la asunción de Michelle Bachelet
28/03/2014 - Por Ana Inés Cibils

El presidente que puso a Uruguay en el mapa

Ni luce ni actúa como un presidente. Al menos como el statu quo dice que debe hacerlo quien lleva las riendas de un país. A regañadientes ha incorporado un traje –sin corbata- para algunos eventos oficiales, pero lo habitual es verlo con ropa informal y zapatos que denotan su uso intensivo, cuando no está de boina y alpargatas, recién bajado de su tractor.

Con esa imagen y un discurso igualmente alejado de convencionalismos, el presidente uruguayo José “Pepe” Mujica se ganó una popularidad que trascendió las fronteras del pequeño país sudamericano y que alcanzó niveles insospechados con su polémica defensa de la legalización de la marihuana, que lo llevó hasta a ser nominado al Premio Nobel de la Paz.

Seguir a Mujica, sin embargo, no es fácil. Duerme poco, trabaja sin pausa y habla mucho, a toda hora, en cualquier lugar.

Incansable pese a sus 78 años, en un mismo día Mujica puede recibir a un medio internacional en su modesta chacra y mostrarle cómo prepara la salsa de tomate, asistir a un acto protocolar, almorzar con su chofer en un bar céntrico, reunirse con sus ministros o salir a repartir volantes que él mismo elaboró.


José Mujica delante de su casa de Montevideo, el 25 de junio de 2013 (AFP / Mario Goldman)

José Mujica delante de su casa de Montevideo, el 25 de junio de 2013 (AFP / Mario Goldman)


Y aunque su entorno muchas veces intente frenarlo, en todas sus actividades es probable que hable con los periodistas –cada vez llegados de más lejos- comentando desde el alza de la inflación o las relaciones diplomáticas con los vecinos hasta lo que le cocina a su perra Manuela, que con sus tres patas –perdió una cuando Mujica la piso accidentalmente con el tractor- lo sigue a todas partes y se nota que es la niña mimada del presidente.

Este perfil atípico lo ha convertido en personaje preferido de la prensa de todo el mundo. La secretaría de Comunicación de la Presidencia no da abasto con las solicitudes de entrevistas, que en el último año han llegado desde Brasil hasta Japón, pasando por Bosnia, Rusia o Qatar.


José Mujica durante una reunion de la CEPAL en Santiago, el 12 de marzo de 2014 (AFP / Claudio Reyes)

José Mujica durante una reunion de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en Santiago de Chile, el 12 de marzo de 2014 (AFP / Claudio Reyes)


Esta semana, Mujica volvió a las portadas del mundo con su decisión de recibir presos de la cuestionada cárcel de Guantánamo. Como suele ocurrir con muchos anuncios explosivos del mandatario, la noticia se filtró primero por la prensa y fue luego confirmada por el propio presidente, que durante varios días fue dando información a cuentagotas y teniendo que explicar sus propios dichos.

Primero lanzó que iba a pasar “boleta” (factura) por la llegada de los presos, al día siguiente reveló que a cambio de recibirlos había pedido a Estados Unidos que libere a tres presos cubanos acusados de espionaje… y dos días después aclaró que eso no representa una condición para la llegada de los prisioneros de Guantánamo, promoviendo un debate que seguramente recién empieza y que promete ser largo.


El inicio de la “Mujicamanía”


Cuando asumió la presidencia en marzo de 2010, Mujica causaba curiosidad en el mundo por su pasado de guerrillero pero las expectativas sobre su gobierno eran mucho menores que cuando había llegado al poder su antecesor, Tabaré Vázquez (2005-2010), sobrio y reputado primer presidente de izquierda en el país y que dejó el poder con una fuerte popularidad.

Lejos del estilo de Vázquez, oncólogo de profesión, Mujica no tiene estudios universitarios, algo que según él mismo ha admitido causa bastante escozor en algunos sectores.


José Mujica celebra su victoria en las elecciones de noviembre de 2009 (AFP / José Porciuncula)

José Mujica celebra su victoria en las elecciones de noviembre de 2009 (AFP / Pablo Porciúncula)


No era el primer exguerrillero latinoamericano en asumir el poder, por lo que aunque en la región fue recibido con respeto por sus pares, extrarregión no llamaba la atención el presidente de un país de 3,3 millones de habitantes tradicionalmente asociado a sus futbolistas.

Pero todo cambió con su presentación en junio de 2012 en la cumbre Rio+20, en el que cuestionó el modelo de desarrollo y de consumo de las sociedades ricas. Colgado en Youtube, el discurso fue rápidamente visto por más de un millón de personas… y los medios europeos pusieron sus ojos en él y en su forma de vida.

Tras ser calificado por un medio internacional como "el presidente más pobre del mundo", el “Pepe” empezó su largo camino por las portadas internacionales.


José Mujica atiende a los medios de comunicación en La Habana, el 25 de julio de 2013 (AFP / Adalberto Roque)

José Mujica atiende a los medios de comunicación en La Habana, el 25 de julio de 2013 (AFP / Adalberto Roque)


"Yo no soy un presidente pobre", dijo Mujica en setiembre de 2012 en entrevista con la AFP.

"Pobres son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir", aseguró, en un discurso que reitera a quienes lo quieran escuchar.

Mujica habla pausado, paladeando cada palabra, mirando directo a los ojos. Se explaya a gusto cuando un tema le interesa y se vuelve parco cuando algo no le gusta.

Después de cuatro años en el poder, y más de una década de legislador, es consciente de que sus reflexiones son cada vez más escuchadas.

Tal vez por eso, de las reflexiones sobre el consumo pasó a hablar de la paz y ser sugerido como mediador en el histórico conflicto colombiano.


Pepe ¿diplomático?


El Pepe exguerrillero, que en la década del 60 no dudó en tomar las armas en una guerrilla de izquierda radical que pregonaba la lucha armada contra el sistema capitalista, que sufrió más de una década de cárcel de la cual muchos años en condiciones infrahumanas, centra su discurso ahora en llamados a la paz y a la reconciliación.

Se ofreció para mediar en el conflicto colombiano y en los enfrentamientos que han sacudido Venezuela las últimas semanas.

Apuesta fuerte a la buena relación con los vecinos, aunque no ha logrado mantenerla con Argentina, donde su poco cuidado con las formas le ha jugado en contra.

Eso ocurrió cuando comentó por lo bajo, sobre su par argentina Cristina Kirchner, que esa “vieja es peor que el tuerto”, en referencia al fallecido Néstor Kirchner.


La presidenta argentina Cristina Fernandez de Kirchner y José Mujica durante la cumbre del Mercosur en Montevideo, el 12 de julio de 2013 (AFP / Pablo Porciuncula)

La presidenta argentina Cristina Fernandez de Kirchner y José Mujica durante la cumbre del Mercosur en Montevideo, el 12 de julio de 2013 (AFP / Pablo Porciúncula)


"No podemos evitar que nuestro hablar corriente, íntimo, entre pocos, nuestro lenguaje por momentos sea reo, áspero",  dijo entonces en un pedido de disculpas, recordando su juventud en la clandestinidad.

Poco después, no tuvo empacho de tildar de "gorda" a Daisy Tourné, diputada de su mismo partido y exministra de Interior. "Es una muchacha a la que le tengo mucha simpatía, a veces se toma un par de copas y se le va un poco la marca", dijo además el presidente, adepto a las expresiones populares, lo que implica a menudo tener que “traducir” sus dichos.

Y aunque no le huye a las cámaras, cuando no le gusta un tema ya es clásica su frase "no sea nabo" (bobo), que ha usado en varias oportunidades para responder a periodistas.


¿Personaje real o creado?


Si no alcanzaba con su peculiar estilo para llamar la atención del mundo, su decidido impulso a la legalización de la producción y venta de marihuana –ley aprobada en diciembre pasado- llevó su popularidad al punto de ser propuesto para el Nobel de la Paz.

La decisión sobre Guantánamo, que él enmarca en su experiencia como preso y su defensa de los derechos humanos, es vista por miembros de la oposición como una cortina de humo para distraer sobre los problemas internos del país o como nueva jugada para quedarse con el Nobel.

Para él, todo se enmarca en un intento de transmitirle a los poderosos una visión latinoamericana. Y es consciente de que su peculiar estilo y polémicas decisiones le han abierto unas cuantas puertas.


José Mujica con el grupo Aerosmith en Montevideo, en octubre de 2013 (AFP / Presidencia Uruguaya)

José Mujica con el grupo Aerosmith en Montevideo, en octubre de 2013 (AFP / Presidencia Uruguaya)


“Pienso que por lo menos le resulto un personaje exótico” a Barack Obama, dijo el lunes Mujica, al confirmar que tiene fecha para un postergado encuentro con el mandatario estadounidense. “Yo no voy a adularlo ni tampoco voy con una piedra en cada mano”, aseguró.

Mientras su fama planetaria se extiende, en su propio país las cosas no son iguales: muchos uruguayos no ven con tan buenos ojos ideas como la legalización de la producción de marihuana, rechazada según las encuestas por más de la mitad de la población.


Un hombre fuma un porro durante une marcha para la legalización de la marihuana en Montevideo, el 10 de diciembre de 2013 (AFP / Pablo Porciuncula)

Un hombre fuma un porro durante une marcha para la legalizacion de la marijuana en Montevideo, el 10 de diciembre de 2013 (AFP / Pablo Porciúncula)


Además, a un año de que termine su mandato su popularidad bajó a aproximadamente 47%, según una encuesta de Cifra de febrero, y muchos le cuestionan no haber logrado concretar promesas de campaña que él consideraba prioritarias, como mejoras en la educación o la reestructura del ferrocarril, entre otras obras de infraestructura, ni mejorar la inseguridad pública, una de las principales preocupaciones de la población.

Él asegura que se juega todas las balas en su “changuita de presidente” (trabajo zafral) y que cuando termine su mandato se quedará en su chacra, donde quiere enseñar tareas rurales a adolescentes de bajos recursos.

Pero con su historia de película, su peculiar estilo y sus leyes históricas Mujica se ha erigido en una especie de anciano sabio a quien todos piden y seguramente seguirán pidiendo consejo, un papel que él tal vez no buscó pero seguro parece disfrutar.


José Mujica prepara mate en su casa de Montevideo, el 25 de junio de 2013 (AFP / Mario Goldman)

José Mujica prepara mate en su casa de Montevideo, el 25 de junio de 2013 (AFP / Mario Goldman)


Ana Inés Cibils es corresponsal de la AFP en Montevideo.


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