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AMPLIARMineros relataron torturas sufridas y complicidad de la iglesia

Mineros relataron torturas sufridas y complicidad de la iglesia

Testigos en los juicios de crímenes de lesa humanidad que se desarrollan en el Tribunal Oral Federal de Jujuy, mostraron que aún hoy, a 36 años de los operativos de las fuerzas de seguridad y parapoliciales, el terror se mantiene casi intacto entre los pobladores de El Aguilar, que hablaron sobre la desaparición del emblemático dirigente minero Avelino Bazán.

El principal imputado en la causa Avelino Bazán es el ex militar Antonio Orlando Vargas, ex director del Servicio Penitenciario  durante la dictadura, quien declaró por videoconferencia desde el Penal 1 de Ezeiza por los cargos de partícipe necesario de delitos de privación ilegítima de la libertad calificada de 27 personas.

Luis Ramón Romita, quien trabajaba en el socavón de la minera ubicado a 4.500 metros sobre el nivel del mar, relató al Tribunal Oral Federal que lleva el juicio de lesa humanidad en Jujuy que luego de ser puesto en libertad "quedé muy mal, no pude salir a la calle a buscar trabajo por tres meses".

Con llanto entrecortado dijo que cuando lo hizo "veía un policía y tenía miedo. Yo buscaba trabajo porque tenía tres hijos", el último lo conoció cuando estaba en el penal de Villa Gorriti, se preguntó reiteradamente en medio de un dolido llanto "porqué me hicieron esto".

"Nunca supe por qué estaba allí (en la cárcel)", dijo y agregó que en su cautiverio "me trataron peor que un asesino", desde fines de marzo del 76 y por seis meses.

Cuando lo interrogaron desde la fiscalía si había conocido al obispo de Jujuy Miguel Medina, respondió que "no quiero recordar eso hoy, porque soy católico", aunque reponiéndose de la congoja señaló: "me dijo que diga que soy terrorista".

"Me querían hacer firmar una declaración que Bazán era esto, era esto otro", refirió en otro tramo de la exposición, como les ocurrió a todos los ex mineros que ya declararon en jornadas anteriores.

"Mira negro, andate, me está siguiendo la policía", recordó Angel Ricardo Rozo, otro testigo, al evocar los dichos de Avelino Bazán durante un encuentro entre ambos en octubre del 77 en la calle Patricias Argentinas de Jujuy.

"Yo seguí caminando y cuando me di vuelta ya no lo vi nunca más", refirió para reclamar Justicia "a pesar de los 36 años transcurridos", ya que su esposa Marcelina Guzmán fue la única mujer que detuvieron en El Aguilar.

 Los cuatro testigos coincidieron en que fueron trasladados al penal de Gorriti en vehículos de la empresa El Aguilar y la Policía Federal y que habían visto a Luis Arédez, intendente de Libertador San Martín, detenido desaparecido y a Bazán, ambos integrantes de las cinco causas unificadas en juicio.

Santiago Quispe, declaró por videoconferencia desde Salta y contó que para infundirles terror los secuestradores en el viaje se decían por radio "estos van a Tucumán, estos van directo a fusilamiento".

 Tanto es así que cuando los bajaron en el Regimiento de Infantería 20 con los ojos vendados y las manos atadas, le dijeron al grupo "lo que les queda es rezar" y les hicieron un simulacro de fusilamiento.

 Ya en el penal de Gorriti, Santiago Quispe, contó que lo metieron en una pequeña celda donde estuvo parado toda una noche y desde el techo caía una gota de agua, y al otro día tenía humedad "hasta las rodillas".

 "Que la iglesia me perdone, pero yo ya me hice a un lado", respondió ante una pregunta sobre el ex obispo Medina. Una día dijo, ofreció una misa y yo me confesé, al día siguiente me llamaron y me di cuenta que les había contado todo lo dicho".

 Los declarantes dijeron que la empresa sabía todo de sus vidas, al punto que a uno de ellos le leyeron un escrito policial cuando tenía 10 años y había peleado en la calle.

 Al nombre del obispo Medina en el juicio se sumó el del párroco Sixto Villoldo, ya fallecido hace años, como quien también iba a confesar a los detenidos al penal.

Cuando le preguntaron si lo reconocería respondió "nunca más lo quisiera ver"