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14/11/2011 - Un día como hoy pero del 2003

Moría Antonio Tormo "el cantor de los cabecitas negras"

Cantante argentino de música folklórica. En la década de 1930 integró La Tropilla de Huachi Pampa, uno de los primeros en tener éxito masivo, donde cantaba a dúo con Diego Canales. Con los Huachi Pampa, a fines del 30 cantó en El fogón de los arrieros, el primer programa radial de música folklórica de alcance nacional. En 1950 grabó el simple "El rancho 'e la Cambicha" que se convirtió en el mayor éxito de la historia musical de la Argentina, vendiendo 5 millones de unidades. En 1955 fue prohibido por la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora. VIDEO

 

Antonio Tormo, intérprete de El rancho 'e la Cambicha, Amémonos y unas 300 canciones folclóricas, murió un día como hoy pero del 2003, bajo el consuelo de sus 90 años bien gastados y sus 7 décadas de carrera. Un final previsible: estaba internado desde hacía casi un mes por una grave insuficiencia renal. Aquellos hombres y mujeres apodados cabecitas durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, los que participaron de la migración interna producto del desarrollo industrial y la sustitución de importaciones, lo evocarán con especial dolor. Tormo, "El cantor de las cosas nuestras", había cantado en parte para ellos. 

 

"En algún momento se me conoció como El cantor de los cabecitas negras porque venía desde el interior a Buenos Aires, como tantos millones de argentinos que emigraron de sus provincias para trabajar. Siempre me alegré de que me llamaran así —aseguró el año pasado—. Cuando en 1997 León Gieco me ofreció hacer un disco después de casi 13 años en los que no grababa, quise llamarlo 20 y 20 porque siempre sentí que los cabecitastenían 20 centavos para una porción de pizza y otros 20 para escuchar una canción mía en una máquina de la época".

Tormo nació el 18 de septiembre de 1913 en Mendoza, en una de las casitas de las bodegas Giol ubicada en el departamento de Maipú. No llegó a conocer a su padre, un inmigrante valenciano que murió de tifus tres meses antes de que su esposa pariera. Cuando era muy joven, el futuro cantor se convirtió en tonelero profesional, oficio que le permitió ganarse la vida en distintas bodegas cuyanas.

A la vez, formó un dúo un amigo, Diego Canale, para cantar en fiestas familiares. Juntos, se presentaron en un concurso de LV10 Radio Cuyo y lo ganaron. Más tarde, en San Juan, consiguieron audiciones semanales en Radio Graffigna; al tiempo, conformaron La Tropilla Huanchi Pampa y decidieron probar suerte en Buenos Aires. 

En 1937, ambos llegaron a Capital tras un viaje de varios días en tres camiones que transportaban vinos. En septiembre, debutaban en Radio El Mundo. La fama fue en aumento. A mediados de los 40, cada vez que Tormo retornaba a Mendoza, sus fanáticos invadían Radio Aconcagua y llegaban a romper los vidrios de la emisora para escucharlo cantar. El Jarillero, Amémonos o Los ejes de mi carreta se convierten en este período en éxitos extraordinarios, así como sus memorables recitales en las radios Splendid, Porteña y Nacional. En 1950, grabó El Rancho 'e la Cambicha, que vendería 5 millones de copias.

"En la época de Perón toda la gente comía y trabajaba. Yo me transformé en el vocero del cabecita y no me arrepiento. Sin embargo, nunca fui político. No hay nadie que pueda afirmar que yo alguna vez hubiera dicho que era peronista", le aseguró a la revista La Maga en 1993.

Tormo vio a Perón una sola vez. Perón había ido a ver un espectáculo en el Luna Park. Jaime Font Saravia, conductor del evento, se acercó al cantante y le susurró: "Dice el General si le podés cantar El rancho 'e la Cambicha. Tormo la cantó. Siguió con La jota cordobesa. Luego pidió palmas y Perón también las hizo. "Esa fue toda mi vinculación con él y con su gobierno. Es más, cuando murió Evita hubo que guardar luto obligatorio y yo, que trabajaba en Radio Belgrano, me negué a usar el brazalete negro".

En 1955, tras el golpe de Estado que derrumbó a Perón, Tormo fue prohibido. La acusación más concreta fue que "lo iba a escuchar gente peronista". Años después, durante la presidencia de Arturo Frondizi hubo intentos, vanos, de recuperar su música. Pero sus canciones, entre las que el cantor destacaba a Mis harapos, Mamá vieja, El huérfano o La canción del linyera, ya no tenían la misma llegada a las clases más humildes. En Colombia y otros países sudamericanos, sin embargo, la música de Tormo cobraba un rotundo éxito. 
En la Argentina, recién con el retorno de la democracia, en 1983, su obra volvió a tener el reconocimiento que merecía. Desde ese año se le realizaron una gran cantidad de tributos y se entregaron premios por su trayectoria. "Sinceramente, con esta serie de homenajes, como los que me brindaron en el Cervantes y en Radio Nacional volví a vivir —admitió él—, porque parecía que en los últimos tiempos se habían olvidado del cantor".

En 1994 comenzó una serie de espectáculos con Alberto Castillo, al que había conocido alrededor de cinco décadas antes en Radio El Mundo. En 1999, la jovial dupla encaró una gira por los Estados Unidos. "Canto en el mismo tono de 1948", se jactó en aquel entonces Tormo.

Al cumplir 85 años, cuando todavía fatigaba escenarios, declaró: "El secreto de continuar cantando a pesar de mi edad es que siempre tuve conducta y cuidé mi salud. No fumo, no usé ningún tipo de drogas y hoy día hago vocalización con una profesora dos veces por semana. El día en que no me emocione o no sienta el gusto de cantar voy retirarme". Afable, se mantenía interesado por las nuevas voces del folclore. 

Cuando cumplió 90 años, en septiembre del 2003, su mujer, María Teresa González (cuarenta años menor que él), evocó Amémonos: "Con esa canción me conquistó. Me la cantaba como una serenata telefónica, en vez de hacerlo parado bajo mi ventana después de la medianoche, una tradición que se mantiene en Cuyo. Me llamaba a la una de la mañana, me cantaba Amémonos y después cortaba". 



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