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Las mentiras diarias gobernando
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28/04/2017 - Escribe Carlos Villalba

Focus grup, choripán y represión. Macri y su proceso de toma de decisiones

“Se produjo medio millón y medio de comentarios en el primer minuto de pase de video. ¿Cómo es posible? La gente no ha respondido, eso es físicamente imposible. Esos números existe porque la mayor parte de esos comentarios los hicieron robots, entes digitados fingiendo ser personas.

Detalles.

Los dos ambientes, separados por un espejo falso, están suavemente perfumados. Se habla casi en susurros y las alfombras del quinto piso del edificio ubicado en uno de los tantos “Palermos” de la Ciudad de Buenos Aires acolchonan los pasos de sus habitantes. Una mesa rectangular con diez sillas completa el escenario en el que instalarán a la representación de toda una sociedad. Del otro lado se ubican los que pueden ver sin ser vistos, voyeurs a sueldo que, se supone, logran captar tendencias, detectar humores, observar conductas-signo, anotar prejuicios, enojos, simpatías… para que sus contratantes saquen conclusiones y, al fin, los funcionarios, sobre todo “El Ingeniero”, acomoden el libreto.

El observatorio vidriado fue creado el siglo pasado por el pediatra y psicólogo de Wisconsin, EEUU, Arnold Gesell y hoy la usa la política argentina, con Mauricio Macri y Jaime Durán Barba a la cabeza.  En ese hábitat se construyen los “focus group” que ya tienen más importancia entre los analistas partidarios que las encuestas y en los que se basan, día a día, los dirigentes nacionales y bonaerenses para sonreír o no, para defender la represión policial o anunciar verdes brotes vitales en medio del páramo de una economía mortecina. Cartón piedra armado en base a los resultados “cualitativos” de sus investigaciones de micromuestras a partir de las cuales observan sus distintos escenarios, con facilidad semejante a la de los publicistas que deciden porqué una mujer de determinada edad compra tal o cual producto de belleza, de limpieza, una prenda de vestir… o una marca de dulce de leche.

De la dictadura al “macrismo”

La irrupción criminal de la última dictadura cívico-militar dejó una Argentina terremoteada; los 30.000 detenidos-desaparecidos y las decenas de miles de asesinados, prisioneros políticos y exiliados, constituyen el rostro sangriento de un país arrasado al que le habían arrancado la producción nacional, el trabajo, las políticas sociales, la salud, la educación, y al que endeudaron con compromisos que llegaban hasta la quinta generación venidera. La política se trastocó y comenzó un proceso de deterioro del sistema de partidos políticos que arrasó con el “voto atado” que garantizaba determinados porcentajes de seguidores, sin importar los candidatos que representasen los colores del sector.

Sin embargo, el comportamiento del electorado quedó marcado por nuevas variables. El “elector-hincha”, que siempre defiende a su equipo y lo sigue aunque juegue mal, se transformó en minoría. El “elector de ocasión” hizo su irrupción triunfante en la escena ciudadana, junto al “voto idiota” de los “alika-alicate”. A pesar del 76% de votos en contra en la primera vuelta de las presidenciales de 2015, Mauricio Macri logró convertirse en Presidente gracias al sufragio favorable del 51,40% de los votantes en el ballotage. Más del 18% de aquellos que no lo votaron en primer turno prefirieron volcarse hacia el CEO de uno de los grupos económicos más poderosos del país, antes que a Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria, que gobernaba al país desde hacía una docena de años.

Agrandar el aguantadero

El escenario de un electorado dividido en tercios parece más una foto de circunstancias que una película del proceso sociopolítico argentino. Es común escuchar que existe un tercio inclinado hacia el campo nacional y popular -encarnado por el peronismo-, un tercio recostado hacia un “liberalismo” que, en la Argentina, es una expresión del conservadurismo reaccionario, antipopular y racista, y un tercio que se balancea entre los dos.

Cambiemos se asienta en ese punto. Al acercarse a la fecha del primer desafío electoral del gobierno, los equipos de formación de tendencias trabajan a pleno, con técnicas de ciencia ficción y con el cinismo blindado con que le pone el pecho a lo que sea del comunicador excluyente del sector: Mauricio Macri que, en el peor de los casos, “te la debe”.

Los “gerentes de Estado” actúan, contraen deuda, devalúan, reprimen a los trabajadores, violan toda norma que entorpezca sus decisiones -incluso la Constitución Nacional-  imponen acciones judiciales y el Presidente relata otra cosa. Cuenta una realidad que va a contramano de los hechos; un ejemplo sencillo: el lunes 17 de abril el diario La Nación, a través de Mariano Obarrio, ambos insospechados de ser “operados” u “operadores” del kirchnerismo, anuncia que “Macri aumentó en un 25% la estructura del Estado”, pese a “haber prometido una reducción y despedido 11.000 contratados”. Jorge Lanata, voz principal del Grupo Clarín, acompañó a su colega del diario asociado con Héctor Magnetto en Papel Prensa y mostró que, cuando Cristina Kirchner asumió  su mandato en 2007, había 10 ministerios y los elevó, a lo largo de dos períodos a 16 y que “Macri, en tan sólo 15 meses, creó cinco”.

Otra de las herramientas distorsivas del macrismo es el uso de páginas de Facebook creadas por Cambiemos y orquestadas desde la Casa Rosada, sitios anónimos que se dedican a criticar la protesta social, las luchas gremiales y a los dirigentes opositores bajo la fachada de neutralidad o apoyo a “buenas causas” ciudadanas, como el rechazo al maltrato animal, la defensa de la educación o el contacto con argentinos que viven en el exterior.

El círculo de corporaciones que hoy están a cargo de la administración del Estado, con el Grupo Macri a la cabeza y en un marco de extrema concentración y transnacionalización de la economía, ya logró sus objetivos y puso “el tren en la vía” de la reprimarización, destrucción de la industria nacional, debilitamiento y posterior privatización de las empresas estatales, liberación de cualquier tipo de control sobre el accionar del mercado y hasta provocó el debilitamiento del accionar de supremos, jueces y fiscales. El propio mandatario, antes de una de sus escapadas a Villa la Angostura expresó a su grupo más íntimo que su reelección no es una meta en sí mismo.

La fantaseada mejora de la economía para la gente de a pie se fue trasladando de semestre en semestre, del mismo modo que la “pobreza cero” se convirtió en frase de descarte. En el primer año de Cambiemos se produjo caída del poder adquisitivo de los salarios, con inflación, emisión y endeudamiento; despidos, que afectaron solo en el sector formal a 250.000 trabajadores, entre expulsados y suspendidos y cierre de unos 4.500 establecimientos de diferente volumen y producción.

El laboratorio amarillo detectó en los dos primeros meses de 2017 que la suba en los precios y el temor a la desocupación escalaron en la preocupación de los argentinos hasta igualar y superar al tema de la seguridad. El Presidente se convenció antes que su equipo, no ganará las elecciones legislativas del próximo 22 octubre de la mano de la economía, por más demencia que finja sobre “brotes”, “expectativas” o “futuros”.  Otra vez se respaldó en encuestas y grupos focales analizados por sus estadísticos, sociólogos y marketineros. Igual que la vuelta de campana entre el crecimiento del Estado que generó su gestión y su descalificación de “aguantadero”, salió a la búsqueda de Cristina Fernández de Kirchner y volvió sobre el concepto de “pesada herencia”.

El consejo, en particular de Jaime Durán Barba, fue el de armar un camino de doble vía, por un lado buscar la polarización electoral, con la intención de recrear la sensación de un “nuevo ballotage” que le permita eludir el plebiscito a su gestión de gobierno, cargada de medidas antipopulares, e induzca a “optar” entre “lo nuevo y lo viejo”. En simultáneo, tratar de llevar a CFK al centro del escenario, empujarla a presentar como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires y tirarle en contra aquella opción, demonizar, descalificar y enchastrar al gobierno anterior y a cualquiera que haya estado vinculado con él; lo harán cada día y hasta el minuto mismo de emisión del último voto, con la ayuda del barro que armen sus espías, el sistema de medios privados o los mismos jueces que no vacilan en convertir en una “infracción tributaria” a los que pueden ser delitos graves de la familia presidencial como el lavado de divisas de orígenes también irregulares.

Una jugada audaz, teniendo en cuenta que, en todas las encuestas que ya tapan los escritorios de Balcarce 50 y de la Quinta de Olivos, los candidatos del FpV-Peronismo superan a cualquier supuesto aspirante oficialista por 21 puntos porcentuales en listas de unidad y por 12 si hubiese listas separadas.

Más relato que cambio

Si le acercan los sondeos que muestran que su imagen es superior a la de los dirigentes de la CGT el Presidente no duda en calificar a esas conducciones de mafia; reduce el paro general del 6 de abril, que paralizó al país, a la aventura de un grupo de arriados detrás de un choripán, e intenta ocultar que sus propias políticas sacaron multitudes a la calle, junto a las conducciones regionales de la CGT y los cuadros gremiales intermedios que no son los mismos que estaban detrás del famoso atril.

Lo mismo puede decirse para cada aparición de Macri. Si los datos le indican que el paro de los maestros no es bien visto por sectores de la ciudadanía, al otro día ordena reprimirlos en el Congreso y si a los automovilistas les molestan los piquetes, les manda las tropas de Patricia Bullrich y Eugenio Burzaco, sin leer la parte de la encuesta en la que el 70% de sus encuestados se oponen a que los repriman.

El domingo 2 de abril Macri dio otro vuelco en su discurso después de semanas en que se multiplicaran las marchas contra su Gobierno, como la favorable a la paritaria nacional docente, la contraria a la política económica gubernamental realizada por los sindicatos y los movimientos sociales, la de las mujeres en defensa de sus derechos y sus vidas, la del 24 de marzo por los Derechos Humanos, la memoria, la verdad y la justicia, la de las CTA del 30 de marzo, o de paros como el general del 6 de abril y los convocados por los docentes. Millones de argentinas y argentinos expresándose.

Un día antes, convocado por las mismas herramientas que repudiaba la presidenta de ficción de Homeland, un grupo de ciudadanas y ciudadanos expresaron su apoyo al Gobierno, con la extraña escusa de “defender” una democracia que no estaba amenazada. El mandatario, que había desestimado la convocatoria, rompió su propia postura, volvió a organizar los hechos según conveniencia y convirtió los miles de manifestantes en una “mayoría que salió a la calle”.

Sin embargo, la logística para el trabajo de desarrollar campañas positivas o sucias se hace en otro lado del que se desconoce dependencia y fuentes de financiación, aunque la vicepresidenta Gabriela Michetti y Durán Barba fueron denunciados penalmente ante la Justicia federal “por el montaje de una red de trolls oficialistas presuntamente financiada con fondos públicos del Senado”.

Entre las 21 del 24 de febrero de 2017 y las 3 del día siguiente el hashtag #VoluntarioDocenteNoAlParo fue reenviado 22500 veces desde 3084 cuentas, en pleno ataque contra las protestas de los maestros por la falta de convocatoria a las paritarias del sector. Ese “disparo” tuvo un alcance potencial cercano a los 4 millones de usuarios y de otros 43 millones en condiciones de ver el tuit.

Se trata de la “corriente de odio” de la que habla la serie estadounidense que desnuda las trapisondas, torturas y operaciones de la CIA. El presidente “de verdad”, usa los métodos que denuncia la presidenta de ficción.

Carlos Villalba

* Psicólogo y periodista argentino, Investigador Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) 

Fuente:www.vamosavolver.com.ar 


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