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AMPLIARVilla miseria en las afueras de Santiago

Más de 38 mil familias chilenas viven en villas miserias

El número de campamentos (poblaciones "callampas", villas miserias, favelas) en Chile se redujo, pero aumentó el de las familias que viven en las condiciones más miserables de pobreza, según un estudio realizado por la fundación jesuita Techo.

Detalles.

Los resultados del Catastro Nacional de Campamentos 2016 revelan que en el país existen 660 campamentos en los que viven 38.770 familias, es decir, aproximadamente 116.310 personas.

De las 15 regiones en que se divide Chile, solo la austral Magallanes no tiene campamentos, mientras que el balneario turístico de Viña del Mar (a 120 kilómetros al oeste de Santiago) es el que cuenta con el mayor número de estos asentamientos: 74 villas miserias que albergan a 6.207 personas.

Le siguen la ciudad minera Antofagasta; el puerto de Valparaíso; el centro industrial Concepción, y la localidad altiplánica de Alto Hospicio.

Desde que se realizó el último catastro por parte del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, en 2011, han nacido 88 campamentos nuevos, representando el 13% de los existentes.

De las poblaciones "callampas" vigentes en la actualidad, la mayoría surgió entre 1991 y 2000, período que concentra el origen del 27% de los asentamientos. Entre 2001 y 2011 se formaron el 25% de los campamentos. Es decir, entre 1991 y 2011 se iniciaron más del 50% de los campamentos actuales. Sin embargo, en 1990 es cuando nació la mayor cantidad, agrupando el 8,5% del surgimiento de los campamentos vigentes. Según explican Valentina Latorre y el sacerdote Juan Cristóbal Beytía, directora social y capellán de la fundación Techo, respectivamente, el objetivo de esta investigación busca ser "un llamado de atención que visibiliza un fenómeno que muchos pensaban extinto, vuelve a poner una sombra sobre el desarrollo social que estamos construyendo e invita a recuperar la opción preferencial por aquellos menos aventajados".

Añaden que "aunque Chile tiene una de las políticas de vivienda social más eficaces de América y, probablemente, del mundo, el ritmo de solución al déficit habitacional no está siendo suficiente".

Calculan que si ninguna familia nueva ingresa a los campamentos, "demoraríamos más de 38 años en suprimir esta realidad" y por eso apuesta por innovar en soluciones que se hagan cargo de las demandas por "mejor acceso a la ciudad" y "se asuman fenómenos nuevos, tales como la migración, no sólo de los extranjeros, sino que también la migración interna por motivos laborales".

En una interpelación al estado y a la sociedad entera, Techo se plantea ¿por qué habría que priorizar estas familias por sobre otras?, "Creemos que la precariedad habitacional y la falta de servicios básicos afectan directamente en la escolaridad de los niños de estas familias", además de que "sabemos que la informalidad del campamento perjudica los ingresos y las oportunidades de trabajo" y "vivir en campamento deteriora la salud de las personas". Es decir, exponen, "campamentarse tiene costos en todas las dimensiones de la pobreza multidimensional con que nos evaluamos en Chile" y que consideran los factores de vivienda y su entorno, salud, trabajo, educación y ahora último "redes sociales".

Para la investigación, se consideraron campamentos aquellos territorios de al menos ocho familias, con contigüidad habitacional, tenencia irregular del terreno; acceso irregular a uno o más servicios (energía eléctrica, agua, red sanitaria).