AMPLIARCierre ingenio

28/08/2016 - A 50 años

Jornada de reflexión sobre el cierre de los ingenios

Se realizará, hoy de 9 a 12, en el Centro Cultural Flavio Virla (UNT), un seminario para conocer una de las etapas más oscura de la historia desencadenada por la decisión arbitraria de un Gobierno de facto que signó para siempre la economía de Tucumán generando un gran éxodo hacia otras capitales como consecuencia del hambre y la falta de trabajo.

 “A 50 años del Cierre de los 11 Ingenios, una Herida Abierta”, se denomina la disertación que estará a cargo de Daniel Campi (Historiador, Antropología  Social y Cultural del Conicet), y de Josefina Molina (hija de Hilda Herrera Molina, militante de la FOTIA asesinada durante la última dictadura).

El encuentro es organizado por la Provincia a través de la Secretaria de Derechos Humanos a cargo de Érica Brunotto (secretaria) y de Fernanda Trejo (subsecretaria).

El objetivo de esta actividad es difundir la memoria del cierre de los ingenios y reflexionar sobre su impacto y significado a 50 años.

En 1966 con el cierre de los ingenios azucareros se produce un quiebre en la historia de nuestra provincia: el azúcar había sido la principal industria tucumana y, por tanto, decenas de miles de obreros tucumanos quedaban sin sustento.

El desempleo afectó a innumerables familias y se calcula que alrededor de 220.000 tucumanos abandonaron la provincia, casi un tercio de su población. 11.000 pequeños cañeros perdieron sus tierras. La Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúca (FOTIA), que había sido uno de los gremios más importantes del país pasó de unos 38.000 afiliados a apenas 5.000.

Un poco de Historia

En la madrugada del 28 de junio de 1966, comenzó a escribirse el penúltimo capítulo de la más grande tragedia, de las muchas que sufrió el país en el siglo pasado. Aquel día, las Fuerzas Armadas derrocaban al presidente constitucional Arturo Illia, asumiendo de facto el Poder Ejecutivo, el General Juan Carlos Onganía.

Las medidas populares de Ilia entre las que se encontraban la negativa a enviar tropas, para respaldar la invasión norteamericana a Santo Domingo; la recisión de los contratos petroleros, en la que se entregaban a manos extranjeras – principalmente EEUU e Inglaterra – la exploración y cateo de nuestros campos petrolíferos, y la Ley de Medicamentos, que otorgaba al Ejecutivo la regulación por ser de utilidad pública, generaron una fuerte resistencia por parte de los grupos económicos dominantes y por las fuerzas militares, árbitros parciales del escenario político del país.

El golpe se perpetró el 28 de junio de 1966 durante una mañana muy fría. Al día siguiente asume Onganía, quien rápidamente comenzó a implementar medidas impopulares, que afectaban, principalmente, a los sectores más vulnerables y, sobre todo, a las economías regionales. El caso de Tucumán fue uno de los sucesos más trágicos.

El decreto 16.926 del 21 de agosto de 1966 y las políticas de corte neoliberal desencadenaron en el cierre de 11 de los 27 ingenios existentes en la provincia. Las fuerzas armadas comenzaron con el desmantelamiento de las fábricas convirtiendo a las ciudades, en donde estaban instaladas, en pueblos fantasmas. Las consecuencias de la decisión arbitraria de Onganía generaron una gran desocupación – se estima entre 150.000 y 200.000, personas desempleadas –, llevando a miles de familia a abandonar sus tierras y migrar hacia otras ciudades en busca de trabajo.

El cierre de los ingenieros todavía arrastra sus consecuencias, es una herida abierta,que hasta el día de hoy, tiene Tucumán.