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28/11/2014 - Dipaola

"Traicionar a Deleuze para serle fiel"

En Los nombres de Gilles Deleuze, el ensayista y escritor Esteban Dipaola establece una serie de pasajes entre diversas lecturas y exposiciones que se hicieron en unas jornadas sobre el filósofo francés durante este año con el objeto de permitir determinadas serializaciones y de intentar despejar lo que considera son lugares comunes o malentendidos sobre algunos conceptos.

El libro, publicado en la colección Ensayos Trash de la editorial Pánico el pánico, reúne textos diversos que se hicieron públicos el pasado junio

Dipaola es Doctor en Ciencias sociales, investigador de CONICET y docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha publicado libros de filosofía y ciencias sociales. Su último libro es Comunidad impropia. Estéticas posmodernas del lazo social (Letra viva, 2013).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : Los nombres de Gilles Deleuze, ¿es un libro que compila distintos ensayos sobre la filosofía de Deleuze?

D : Es un libro que surge de unas Jornadas sobre Deleuze y el psicoanálisis que reunieron a psicoanalistas, filósofos, sociólogos, etcétera. Estas jornadas se realizaron en junio de este año en el Centro de Lecturas: Debate y Transmisión, con el auspicio de la UCES, que es una universidad cuya carrera de Filosofía es bastante singular, dado que se dicta en una Facultad  privada pero es gratuita. Asimismo, el libro no se trata de una compilación acerca de lo que diferentes personas expusieron sobre Deleuze, sino que buscamos darle un sentido y establecer pasajes. Las Jornadas fueron organizadas justamente con la vocación de que las exposiciones se ajusten entre ellas, que dialoguen, y creo que eso se evidencia en el libro. Cuando editamos el libro pensamos en un recorrido y en nombres; cada texto responde a un nombre, más concretamente a un concepto desprendido de la obra de Deleuze y ese concepto debe llevar a otro permitiendo serializaciones. Entonces, es un libro que se puede leer en modo Deleuze, es decir, con remisiones e interferencias de sentidos que proponen una manera de narrar la filosofía.

T : ¿Cuáles son los sentidos de retornar a Deleuze hoy?
D : La propuesta de un ejercicio del pensamiento. En eso pensábamos con Luciano (Lutereau) cuando organizamos las Jornadas y cuando decidimos hacer un libro con el resultado de todo ello. Luciano viene del psicoanálisis, yo de la sociología y además ambos coincidimos en haber estudiado también filosofía; entonces, nos parecía interesante el engranaje de disciplinas que comulgaban en el interés por Deleuze, y el ejercicio del pensamiento tenía que situarse sobre esa transdisciplinariedad.

T : ¿Y desde esa posición pensar a Deleuze?

D : Sí, y también pensar lo que abre ese proyecto que es pensar a Deleuze o con Deleuze. Por eso me refería a un ejercicio del pensamiento. Nuestro proyecto era pensar sobre las vetas y las vertientes, el delirio errático que la obra de Deleuze propone. Nuestra manera de ser fiel con el pensamiento deleuzeano es traicionarlo y eso significa varias cosas: hacer lo que Deleuze mismo indicaba, es decir, pensar desde los intersticios, pensar pliegues y desde ahí provocar la emergencia de algo nuevo. Deleuze cuando lee a los pensadores de la historia de la filosofía, los hace desde ese plano, insistir en los pliegues y el trabajo de los conceptos, observar cuántas diferencias multiplican esos conceptos para organizar la emergencia de un pensamiento nuevo, en eso reside la clave de lo virtual y lo actual que Deleuze proponía remitiendo en algunos pasajes a Bergson; hay algo virtual de la filosofía que deviene actual en el encuentro del pensamiento, y en eso reside toda potencia del pensar, una práctica transformadora. Otra cosa que implica esa traición es correr a Deleuze de los lugares comunes sobre los que fue inscripto por cierta práctica o tendencias de moda: la ubicación de su obra y problemas filosóficos en ciertos proyectos de carácter autonomista, la simplificación de algunas ideas. Por ejemplo, Deleuze no dice multitud, dice multiplicidad, son nociones completamente diferentes. Entonces, traicionar a Deleuze para serle fiel significa ser justos con la complejidad de todo ese pensamiento y con la transdisciplinariedad que exige.

T : Foucault alguna vez soltó una frase con fuerte resonancia, alguna vez el siglo XXI será deleuzeano. ¿Qué puede decirse de eso pensando en Deleuze hoy?
D : Entiendo que Foucault mediante esa idea buscaba provocar, reorganizar una formación de saber y pensar sus prácticas. Pero para mí esa frase siempre habló de la imposibilidad de la filosofía y solo así el siglo XXI puede ser deleuzeano. En el texto que abre el libro, yo afirmo que no existe una filosofía deleuzeana y que el siglo XXI no lo será, pero porque lo que debemos hacer es inventar una nueva filosofía. La filosofía de Deleuze cuestiona la frase de Foucault simplemente porque no hay filosofía si no la inventamos una y otra vez. Ahora si Foucault pretendía decirnos que ser deleuzeano es una manera de vivir y de ser, entonces ahí tenemos algo, porque la filosofía exige que protestemos, exige una inconformidad con lo que somos y con lo que debemos ser. Para que haya filosofía debe existir una protesta contra nuestra situación como humanidad. Deleuze tiene varios pasajes en los que dice que la filosofía debe salvar al hombre de la estupidez, pero no desde un lugar aristocrático que supone la idea de un saber superior sobre el vulgo, sino que debe salvarnos de la estupidez de una humanidad que cree que debe ser siempre la misma, siempre igual. La filosofía debe organizar la potencia no de aquella estupidez de un mundo mejor, sino de mundos diferentes, mundos de diferencias. Debe exigirse a la filosofía una capacidad y potencia de invención. Si esto es así, ya no el siglo, pero el mundo será deleuzeano y por no serlo, por afirmarse como algo completamente diferente y múltiple.

T : Con este libro abren una nueva colección de ensayos en la editorial Pánico el pánico que hasta ahora tenía una vinculación más direccionada hacia la literatura y la poesía, ¿por qué una colección de ensayos?
D : Los nombres de Gilles Deleuze es el primer libro de la colección Ensayos trash de la cual soy director y responde a charlas con Luciano que vienen de años y que rondaban la idea de recuperar en la editorial la tradición del ensayismo que atraviesa las formas de pensar y las filosofías en Argentina. Creíamos que la editorial tenía que tener una colección de mayor visibilidad para ese género. Con la tradición del pensamiento argentino, considero que el ensayismo es nuestra narrativa filosófica local, es nuestra forma de habla y de discurso. Esa tradición, sin embargo, sufre permanentemente deformaciones academicistas y nos parece importante resituar el sentido del ensayo, la posibilidad de decir y de hacer filosofía con ese modo de decir particular. Para mí el ensayo es como el tango, tiene un ritmo muy propio y hay que saberlo bailar y cantar, no se parece en nada al registro cansino y solemne de las filosofías académicas. Creo que el libro recupera la frescura de un modo de decir distinto y que es una buena apertura para una colección de ensayos, que me resulta imprescindible no solamente para esta editorial sino para el mercado de las editoriales independientes en Argentina que todavía no han intervenido en el plano del ensayo con decisión.

T : ¿Qué proyectos o títulos se avecinan en la colección Ensayos trash?

D : Tenemos varias ideas. Por el momento queríamos que el 2014 no se nos vaya sin este libro. Está rondando la propuesta de un libro similar sobre Derrida, yo trabajo cuestiones de filosofía y estética y quizás intervenga con algo. Pero por el momento estamos trabajando sobre un plano de ideas múltiples y con relaciones varias, lo que resulte de esos pliegues y articulaciones lo iremos encontrando con el tiempo por venir.