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Corrientes: 10 por ciento de la población carcelaria apuesta al asociativismo

“Estamos sobre-capacitados en múltiples oficios y por eso armamos este proyecto, pero también por la necesidad de juntarnos, de trabajar colectivamente. Y vamos por más, queremos abarcar otros rubros y consolidarnos como cooperativa”, explicó a esta agencia el coordinador del colectivo, Alejandro Pizarro.

El colectivo artístico y de trabajo Yajá Porá, que se formó en 2012 en el Penal No1 de la provincia de Corrientes para generar, además, proyectos culturales, deportivos y educativos, es “la única agrupación” íntegramente conformada por personas privadas de su libertad, según afirmó  la referente de la Red Provincial de Derechos Humanos Hilda Pressman.

Las actividades artísticas, artesanales, gráficas, plásticas, de serigrafía textil y de mueblería son algunas de las que realizan dentro diariamente, de 8 a 18. 

También, y en conjunto con la Red, el Fondo Nacional de las Artes y la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), se dictan talleres de guaraní, plástica, teatro, guiones de cine, tallado de hueso, música y trenzado de cuero. Hace unas semanas participaron de la Bienal de las Esculturas en Resistencia, Chaco. 

Semanas atrás, los integrantes del colectivo lanzaron una campaña para conseguir donaciones que les permitan celebrar el Día del Niño y de la Niña en el penal el 31 de agosto. “Para eso necesitamos donación de pinturitas, pinceles, temperas, crayones, lápices de colores, plasticolas de colores, ingredientes para la chocolatada, para pastafrolas y golosinas”, señalaron.

Yajá Porá está integrado por unas 50 personas, aunque a su núcleo duro lo formen entre unas 6 y 8. En total, los trabajadores que están encarando estos emprendimientos intramuros representan cerca del 10 por ciento de todos los encerrados en el penal.

Mientras la normativa vigente les impide armar una cooperativa formal dentro del penal, ellos insisten en ese formato. Pressman señaló que presentaron petitorios ante la Defensoría del Pueblo para poder facturar “porque es necesario que en contextos de encierro se pueda tener Monotributo Social para formalizar la comercialización pero también para que puedan acceder a una obra social y a la seguridad previsional”.

En ese sentido, la dirigente social opinó que “la ley es ambigua al respecto porque la persona que tiene semi-libertad puede tener monotributo, aunque vuelva a dormir a la cárcel, pero no se lo otorga a quien trabaje en contexto de encierro”.

A pesar de las trabas normativas, en cuatro años, decenas de trabajadores que estaban en prisión fundaron y desarrollan sus propias empresas. Ya hay ocho experiencias de este tipo que se sostienen y se siguen replicando gracias a capacitaciones que hacen instituciones cooperativas. 

Fue la Cooperativa Kabrones, que en 2009 se fundó en la unidad No 12 de Gorina, en cercanías de La Plata, la primera en su tipo a la que le sobrevinieron otros cuatro emprendimientos similares en la provincia de Chaco, una en la de Corrientes y otras tres en territorio bonaerense, en tanto que están en proceso de formación otros proyectos en Córdoba y Entre Ríos.